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Más sobre el Procurador y las beatas

Biatas decíamos nosotros, cuando existían palabras y expresiones tales como ñapa, naco,...

10 de noviembre de 2013 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Biatas decíamos nosotros, cuando existían palabras y expresiones tales como ñapa, naco, danta o tapir americano (insulto para gente de corto alcance), gozar como un enano (políticamente incorrecta). Pues bien, estas intolerantes y agresivas personas (también hay biatos) que conforman las huestes del Procurador General, son como los bárbaros de Gengis Kan y deben estar escandalizados con las declaraciones del eminente teólogo católico Hans Küng que ha reconocido la libertad del ser humano para, según su conciencia, decidir cuándo y cómo quiere morir, esto es, la eutanasia. Es así como un maestro, mayor de 80 años, nos enseña que el hombre como individuo puede tomar decisiones que la Iglesia (léase la Curia Vaticana) prohíbe y condena.El Papa, por su parte, ya reconoció la homosexualidad como algo no patológico y menos aún pecaminoso al decir que quién era él para juzgar; además, otro heliotropo vaticano se refirió al celibato eclesiástico, especie de dogma, que no viene de Cristo ni de los evangelios sino que es el invento de algún Papa aterrado por los abusos de sus antecesores, quien resolvió hacer esta prohibición anti natura sin fundamento en la doctrina auncuando algunos bobos recalcan que Jesús nunca tuvo “apóstolas” sino apóstoles y auncuando María Magdalena, Marta y María siempre lo acompañaron y especialmente, en el momento de la crucifixión. La posición de ese equivocado Pontífice solo ha servido para hacer de los seminarios y colegios católicos unos refugios de pedófilos que nos llevan a decir que ningún cura, sin volverse sospechoso, podría repetir las palabras de Jesús: “Dejad que los niños vengan a mí”.Pasando a otro tema es bueno, con el riesgo de llover sobre mojado, referirnos a los llamados “delfines” que mucha gente cree que son esos simpáticos animalitos que vemos en Disneylandia sin acordarse de que El Delfín, históricamente, era el heredero de la corona de Francia.Yo, por razones que hoy me resultan explicables, hice todo lo posible para no pertenecer a ese distinguido grupo que nació con Alfonso López Michelsen y al cual me trataron de meter a la fuerza periodistas y políticos ignorantes o de mala fe con ocasión del increíble debate de un hombre vil como Nacho Vives, o cuando con Álvaro Gómez fuimos a la Asamblea Constituyente.Otros personajes, laureanistas ellos, movilizados por Hugo Escobar Sierra, recorrieron las notarias buscando si yo recibía poderes y litigaba sin haberme graduado o si un crédito hipotecario de algo así como ciento veinte mil pesos me había sido otorgado por ser hijo del Presidente, cuando el préstamo se remontaba a 1962. (Y después dicen cuánto se benefician los delfines honestos).Pero lo que quiero proponer, ahora que son delfines o “delfinas” los hijos/as, esposos/as, padre y madre de congresistas, concejales, etc., y que estoy convencido de que esta malsana costumbre debe acabarse, más aún cuando los pseudo delfines o sus padres con frecuencia están presos y procesados por delitos varios o, no están preparados, o solo tienen ese discutible mérito, es que se impulse un proyecto de ley que prohíba que accedan a dignidades de elección popular los parientes en cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad del Presidente, el Vicepresidente, los miembros del Congreso, las Asambleas y los Concejos Municipales lo mismo que a los cargos de la rama judicial.¿Quién me acompaña? (tomaré el resultado de la encuesta).