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Venía reseñando el libro ‘Un viaje, un libro’ de Bernardo Espinosa Escallón...

13 de abril de 2014 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Venía reseñando el libro ‘Un viaje, un libro’ de Bernardo Espinosa Escallón y continúo en esa grata labor para comenzar la cual es necesario transcribir un medianamente extenso párrafo que podría cualquier colombiano repetir hoy, lo cual me entristece pues es prueba de nuestro constante atraso que nos ponen de presente mes tras mes las entidades internacionales que estudian las diversas facetas del desarrollo.Y escribe Espinosa; “Entre la gente que tiene alguna noción de ese rico y extenso país, hay ideas aterradoras de él. La peligrosa navegación del mar de las Antillas, las tribus y caimanes del Magdalena, la culebra cascabel por todas partes, las empinadas breñas de los Andes por donde hay que transitar en mulas bravías; en fin el bandidaje y el latrocinio especialmente en tiempos de revoluciones efectuados por hombres de instintos horribles, valientes, agresivos y desalmados; y sobre todo, creen que no hay leyes ni autoridades que repriman el crimen y que den garantías a los extranjeros. Todo eso aleja de nuestro suelo las gentes y los capitales; hay pues que hacer conocer a Colombia tal y como ella es y entonces empezará a progresar porque se conocerán sus inmensas riquezas, la fertilidad de sus suelos, sus variados climas que dan variadas producciones, su brillante situación geográfica, las bondades, carácter de la generalidad de sus habitantes y la ilustración que se ha generalizado en las clases superiores de la sociedad quienes saben hacer buenas leyes y ejecutarlas guardando las personas y sus intereses”.Curioso elogio que nace después de tantas guerras civiles (una muy reciente como la insurrección católico-conservadora contra Aquileo Parra y en vísperas de la de 1885).Un periodista como Antonio Caballero, que presumo que desayuna impunemente con cicuta, debe creer que Espinosa es el ricachón de sus caricaturas, a lo cual yo le pondría de presente la muy adversa opinión del mismo Espinosa como conclusión de su visita a Versalles:“Después del asombro viene la tristeza al salir de allí. ¡Pobre del pueblo al que se le sacó tanta riqueza y que sufrió tanto Señor! ¡Miserable es la humanidad y abusivos los pocos de ellos que pasan de su nivel y se hacen grandes… pisando el cuello de sus súbditos y teniendo entre sus manos bien agarrada la libertad!”.Asombrado quedé pero pienso que este tipo de pensamiento a finales del Siglo XIX explica muy bien la dualidad colombiana donde en medio de la desigualdad social más absoluta se rechaza la injusticia social en Francia, en la misma época.Abandonemos a don Bernardo alabando su aporte al conocimiento del colombiano acomodado de su época y a las costumbres que regían esa clase social y económica.Sobra decir que para quienes conocen Europa el libro es apasionante y contiene datos como la lista de colombianos residentes en Francia, la poca presencia de nuestro cuerpo diplomático, pobre y sin posición social ni política y otros.Curiosamente Espinosa, hombre prudente, lleva también una contabilidad día a día de sus gastos, dato interesante para los estudiosos de la económica.Pues bien, leído lo anterior, busqué en mi biblioteca una guía de París de 1889 que creo haber mencionado alguna vez: “Guía completa del extranjero en París”, publicada en español en esa ciudad por la editorial Garnier, con ilustraciones pero en formato de batalla. En otra oportunidad volveré sobre ella.Sin espacio para seguir el orden que mi cerebro estableció para los temas, veo con horror que dos columnas se han ido y otras seguirán la misma suerte en la medida en que insista en un esquema original, que después de llevarme por París me lleva a la hermosa ciudad de Chicago, no ya para traer a cuento reminiscencias del pasado lejano sino experiencias que me transportan luego a la música en Bogotá y a los numerosos libros que adicionalmente a los ya mencionados, he leído en mis viajes y veraneos.