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Recojo el tema de la semana pasada pues creo importante dar a...

2 de junio de 2013 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Recojo el tema de la semana pasada pues creo importante dar a conocer a los lectores ávidos como yo, lo que es un programa variado y útil.Yo inicié la lectura de las 800 y más páginas de ‘La reina descalza’ -de Idelfonso Falcones- que es la historia (hasta ahora triste y dura) de una mujer negra comprada en Cuba y liberada allí, que sus antiguos dueños embarcan, sola, con destino a Sevilla y la de una gitanilla de Triana.Confió en que se le resuelvan sus dificultades y pueda tener algunos años de alegría en medio de los gitanos de Triana que la han recibido bien o una vez salga (si no ha salido) de ese reducido mundo; todo ello ocurre en el siglo XVI.Por su innegable actualidad y recomendándolo a Simón Gaviria y a los sobrevivientes del partido Liberal, emprenderé pronto la lectura también en texto francés, del libro ‘Le liberalisme politique’ et son avenir de Alain Policar (El liberalismo político y su porvenir), que tiene que llamar la atención de quienes lo creemos muerto (en Colombia por cuenta de la U), pero que tal vez nos muestra un rayo de luz en cuanto a su resurgimiento en un futuro no lejano como si sus viejas raíces no se hubieran secado del todo y volviese a ser el defensor de las libertades públicas y de los derechos individuales en contraposición con el capitalismo y el ultraliberalismo, enemigo del Estado sin tomar en cuenta que en el Estado Liberal las leyes gobiernan en oposición al poder personal y arbitrario.Seguramente fatigado después de esa dosis de ciencia política, continuaré para distraerme con ‘El universo del mundo’, de Ken Follet, que como casi todas sus obras anteriores, pesa más de un kilo, pero también lo tiene en amenidad e interés.J.K. Rowling, sobre un tema distinto al que lo ha hecho famoso, publicó ‘Una vacante imprevista’, que me servirá de tentación para terminar a Follet en el menor tiempo posible.Y aquí toca hacer un alto y regresar a temas trascendentales; uno de mis hijos me obsequió dos obras de Osho (‘El peligro de la verdad’ y ‘El sendero del tao’) que no parecen a primera vista nada divertidos, pero que conociendo yo bien al donante, sé que estarán llenos de benéficos consejos de vida.Ya deberíamos estar llegando al mes de agosto y comienzo a temer que el programa no se puede cumplir, más aun cuando debe competir con mi excelente discoteca, pero veamos hasta donde parece lógico llegar.No es buena respuesta al volumen (primero de nueve) de El juego de tronos, que tanto éxito ha tenido en su versión para televisión, de modo que comencemos con sus 900 páginas antes de que se publiquen los otros tomos.Fatigado de aventuras llegaré en septiembre a ‘El radicalismo colombiano’, de Rubén Sierra Mejía, cuyo aperitivo fueron los escritos sobre la Constitución de 1863, entre otras cosas, leí que se están rescatando cartas y documentos de Aquileo Parra lo que me recuerda que casi todo su archivo recogido en 10 o 12 gruesos volúmenes empastados en cuero, con miles de documentos fue quemado el 6 de septiembre cuando los bárbaros, miembros del Estado, quemaron nuestra casa.Me quedan dos meses para cerrar el año en forma positiva; ya hablaremos de ello.(Poniendo conejo a mi propio programa comencé a leer simultáneamente uno de los libros de Osho que en sus primeras 21 páginas instruye el Génesis en cuanto a que estemos pagando todavía las consecuencias de un pecado original que no tiene nada que ver con nosotros ‘si se cometió’, fue por una chambonada de Dios la que al mismo tiempo libera de toda responsabilidad a la culebra).