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La desigualdad

Si en Francia se quejan, ¿cómo no vamos a quejarnos en este...

5 de febrero de 2012 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Si en Francia se quejan, ¿cómo no vamos a quejarnos en este subdesarrollado país? En ‘Le Bulletin’, interesante publicación francesa que de vez en cuando he comentado en esta columna, apareció recientemente un interesante artículo denominado ‘¿Cuáles desigualdades?’, en el cual se señala que el tema está al orden del día y que será prioritario en las elecciones que se avecinan en ese país dado que “en vísperas de un cambio profundo de la política económica y social es concebible asegurarse de que todo el mundo contribuya en proporción a sus medios”.“Pero (transcribo pues no puedo mejorar el texto) no se puede permitir que el árbol esconda el bosque y que las formas de clara desigualdad, por lo tanto chocantes, escondan una segunda categoría de desigualdades mucho más grande, más perniciosa y sin duda más desestabilizadora de la igualdad social”.“La primera desigualdad es la que separa en la punta de la pirámide social, los ‘very happy few’ de todo el resto de la población. Esta pequeña cohorte ha sido escaneada por los sociólogos. Se compone ella de algunos cacaos, de un puñado de promotores de negocios, de unos pocos grandes médicos y abogados, de financistas y de vedets del jet set o de los deportes… En total, del 0,5% de los contribuyentes…”.“Uno se los cruza en las grandes ciudades, principalmente en París (Bogotá para el caso), en dos o tres barrios elegantes de la capital. El efecto ‘superestrella’ se da plenamente. El volumen, la naturaleza y la importancia de sus gastos no tiene nada en común con los de la gente normal, incluidos quienes han recibido una educación superior, pero que no han sabido, o querido, colocarse en esos buenos filones”.“Estas desigualdades, por más que sean discutibles, son marginales en relación con el funcionamiento del conjunto de la sociedad. Podría argumentarse inclusive que esta emblemática categoría sirve de estimulo para todos los jóvenes audaces, ambiciosos y de espíritu empresarial”.“Mucho más importante, discriminada y penalizante es la segunda categoría de desigualdades, la que separa a los graduados de la educación superior de quienes abandonaron la escuela a los 16 años (o antes en el caso de Colombia)”. “Los primeros tienen todas las posibilidades de encontrar un trabajo, de casarse, de tener hijos y de darles una educación superior, saben dónde y cómo tratarse medicamente, fuman menos que los demás, tienen una libreta de direcciones, son miembros activos de la sociedad y hablan al menos un idioma extranjero”. “Los otros tienen fuertes posibilidades de conseguir pequeños empleos precarios en una desocupación de largo plazo, de ser atendidos medicamente mal, de ser obesos, de tener hijos extramatrimoniales y de no estar en capacidad de sostenerlos ni de pagarles los estudios. Esta categoría que representa al menos un cuarto de la población, no tiene otro horizonte que la delincuencia o la revuelta”.“Estas dos forma de desigualdad existen. Están relacionados, pero son diferentes”.“La primera concentra toda la atención de los políticos y de los medios porque es más visible a diario y porque es más fácil señalar con el dedo la desigualdad de las opciones de compra de acciones que hablar de la estructura familiar deficiente y de una educación inexistente”.“Por el contrario, la segunda es mucho más importante, pues implica el desperdicio del capital humano, imposibilita la movilidad social que se ve así reducida y genera el aumento de la inseguridad, en general”. “Es cómodo y fácil gravar a los ricos. Cosa distinta es concebir un sistema de desarrollo social que funcione para todos”. (Por la traducción Carlos Lleras de la Fuente)¿No nos sorprende que haya indignados en ambos países y, curiosamente, más en Francia que en Colombia?