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La angustia de votar: ¿Sí? ¿No?

En ejercicio de mi curiosidad de oír, exenta de fanatismo, tuve una...

28 de agosto de 2016 Por: Carlos Lleras de la Fuente

En ejercicio de mi curiosidad de oír, exenta de fanatismo, tuve una conversación larga con una persona, cercana a mí y buena amiga, que me ha puesto a reflexionar pues no es política, no es fanática y sí es patriota en el sentido de querer que se busque -y ayudar a ello- construir de verdad un país amable para todos (¡por fin!) y ello con seriedad pues se trata de liberarse de las oligarquías y de hacer justicia a los estratos más pobres y sufridos de Colombia (algo así como, pero más amplia, la reforma agraria que enterró Misael Pastrana).Como decía esta persona que su angustia era, no que las Farc no cumplieran, sino que el Estado, influenciado por los grupos de mayor riqueza y por los políticos –lacayos de ellos- no lo hicieran.La palabra ‘oligarca’ no es la que usó Jorge Eliécer Gaitán, el bochinchero, el echa-piedra y el que la utilizaba como insulto para buscar una lucha de clases, no sólo del pueblo soberano y pobre contra los ricos, sino también contra los intelectuales. Lo que nunca entendió Gaitán, es lo que yo he llamado ‘la aristocracia de la inteligencia’.Pero volvamos al inicio de mi escrito y confesemos que grabé, con permiso de mi interlocutora, buena parte de nuestro intercambio de ideas que ahora transcribo entre comillas y que es buenísima presentación de la política y el derecho versus el bienestar de la población que ha puesto las víctimas de los conflictos varios que ha vivido Colombia.Aquí el texto:“Votaré Sí. Quisiera que hubiese una revolución en el campo como promete el primer punto del acuerdo en La Habana, no solo porque los campesinos o poblaciones rurales han sido los grupos (ya sean comunidades negras, indígenas o sin filiación étnica) que han pagado el precio de la guerra con el despojo, sino porque dentro de poco no habrá más que grandes proyectos agroindustriales que nos dejarán a la merced de la importación de alimentos. Lo que se llama falta de seguridad alimentaria, en otras palabras, hambre, que pasará la misma parte del país que ha pagado con sangre los costos del conflicto.No quiero la revolución que hicieron los paramilitares aliados con las elites políticas y algunos militares, con la anuencia de funcionarios públicos y otros beneficiarios, tal como se constata en varias sentencias de la Corte Constitucional. Tampoco quiero la revolución de la guerrilla y su régimen armado y de control, alimentando la idea sobre la que se sostiene más de medio país de que las armas son una forma de hacerse ver, y de salir adelante. Estos conflictos no han hecho más que beneficiar a unos pocos, enriquecer a unos pocos, concentrar la tierra en unos pocos y abrir más brechas de inequidad.A pesar de que tampoco creo fervientemente en el Estado y su capacidad para hacer cumplir los acuerdos porque hasta el momento no ha mostrado la evidencia de cómo se va a cumplir ese primer punto, la dejación de armas de la guerrilla es un paso fundamental para que esos hombres, mujeres, niños, jóvenes a quienes se les despojó de futuro les sea restituido, con justicia, lo que les fue arrebatado. Y para que los jóvenes que hacen parte de la guerrilla también tengan una posibilidad de pensar un país desarmado, donde otros sueños son posibles. Voto por las víctimas para que sean sujetos de derecho, sí de esos que nos prometió la Constitución a todos. Voto para que no haya más personas que se tengan que identificar como víctimas (porque seguimos en conflicto).A muchos les conviene perpetuar el círculo de pobreza, de abandono, de falta de educación. Algún día sabremos quién se benefició de la guerra. Voto para que se conozca esa verdad. Voto para saldar las diferencias sin las armas. Voto para que se restituyan las tierras robadas. Voto, en realidad, para que se cumpla la Constitución y los derechos que ésta protege.”Ahora ¿Cómo voy a votar, no como jurista sino como colombiano con aguda sensibilidad social?