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De La Habana viene un barco cargado de...

Cuando yo era niño había un juego cuyo desarrollo ya no recuerdo...

31 de julio de 2016 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Cuando yo era niño había un juego cuyo desarrollo ya no recuerdo pero en el cual los participantes comenzaban (cada uno y todos) sus intervenciones con esa frase; tampoco recuerdo bien pero estoy casi seguro de que el jugador debía adivinar lo que traía el buque.70 años después estamos en las mismas: todo llega desde La Habana y ninguno podemos adivinar qué traen nuestros apacibles negociadores en cada visita a Colombia.Tengo que confesar que he teniendo gran estima por nuestro eximio negociador y futuro candidato a la presidencia de un país mestizo-Farc, que así será, organizado por De la Calle, Cepeda (hijo), Leyva (por quien tengo menos estima) y otros ‘constitucionalistas’ flojos como lo es el jefe supremo y, por cierto, el Ministro de Defensa.Nuestros negociadores no han negociado sino ‘tragado entero’ -como decía Palacio Rudas- todo lo que ‘sabiamente’ les ha vendido el español, asesor de la guerrilla, lo que incluye textos completos que las Farc tenían listos tiempo antes de la iniciación del proceso de paz (que no es tal sino que en teoría se quiere llegar a ella por la vía del consenso, no de la entrega del sable como quedó plasmado en las imágenes del rendimiento de los japoneses a Mc Arthur).La sentencia de la Corte no ha salido pero por lo poco que se conoce, ese ya no tan alto tribunal tragó sapos como cualquier hambriento provenzal francés.Claro que al mejor panadero se le quema el pan y tal vez sin darse cuenta los magistrados (con un par de salvamentos de votos) declararon constitucional todo lo que no lo era y que un respetable grupo de abogados habíamos demandado.Pero sí hay algunas pocas cosas positivas que las valiosas filtraciones han dejado conocer respecto, por ejemplo, de la ausencia de umbral del quórum convocatorio del plebiscito; sólo se habla del quórum aprobatorio o no.Tengo entendido que la Corte ha rechazado el manejo tramposo de la palabra ‘paz’ que, según todos sabemos, es uno de los más importantes derechos de los colombianos, y no puede someterse a votación.Lo anterior es de la mayor importancia pues tanto cerebro político desviado, ha creado una falacia: quién vota ‘si’ es porque es amigo de la paz, y ‘no’, porque es enemigo de ella. Toda esta sucia trama montada por Santos con su paloma en la solapa, es una farsa vulgarmente electoral.Nadie, obviamente, acepta ni aceptará que un gobierno mediocre y mañoso lo envíe a uno a los círculo del infierno que nos describe Dante; ya se acabará esta odiosa farsa que el jugador-presidente y su leal servidor Cristo (que heredó de Samper) han montado. Si así fuere la cosa muchos, incluido yo mismo, votaríamos ¡No!Por otro lado el Consejo Electoral debe servir para algo y eso es prohibir la indebida política rastrera de los funcionarios públicos que piden votar ‘si’ como contrapartida de algo que les da el Estado con el dinero de todos nosotros y que ese mismo Estado le debe a la población necesitada. ¿Háyase visto vulgaridad igual que entregar 20 casas y luego cobrar el voto, como hizo Santos hace poco?Otra cosa que debe preocuparles y preocuparnos, es saber que la votación tendrá lugar antes del desarme, de modo que ¿tendremos que ver a los farcianos armados en los puestos de votación? ¿Qué pensarán la Corte Constitucional y el Consejo Electoral de esta monstruosidad que naturalmente está prohibido por las normas vigentes sobre limpieza y seguridad del proceso electoral? ¿Habrá gente armada entre los jurados y los delegados presidenciales? Ya sólo falta que el fallido senador del Valle ponga a votar a los miembros de la Fuerza Pública.Todo lo que he criticado tiene que corregirse para que mucha gente buena amante de la paz vote ‘sí’ y otra tanta, también amante de la paz, vote ‘No’, con tranquilidad de conciencia.Está también de por medio la ética periodística: hace pocos días en la primera página de El Tiempo vi una noticia encabezada por un título que rezaba: ‘Avanza el sí por la paz’; ¿Quién escribió este absurdo?