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Alberto Lleras y su abuelo

Mil veces se me ha preguntado, en el curso de los años,...

17 de julio de 2011 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Mil veces se me ha preguntado, en el curso de los años, cuál es el parentesco de Lleras Camargo y Lleras Restrepo y repetiré brevemente la historia.Don Lorenzo María Lleras casó dos veces, y sucesivamente, con dos hermanas Triana Silva, de ilustre familia en el campo intelectual y patriótico; de su primer matrimonio con doña Liboria tuvo dos hijos, Ricardo que murió muy joven y Susana que dio a luz 15 y de la cual descienden ambos expresidentes.En una familia tan numerosa es natural que se presenten grandes diferencias de edad y es así como el padre de Alberto, don Felipe, uno de los mayores, era hermano del abuelo de mi padre -Federico Lleras Triana- y, por lo tanto, Alberto era primo hermano de Federico Lleras Acosta, mi abuelo.En algunas partes, como en Cali, se diría que Alberto era primo segundo de Carlos, pero mi padre, que tuvo frecuentes enfrentamientos políticos con aquel, le decía “tío” en ciertos momentos cruciales, cosa que lo disgustaba.Lo cierto es que ambos surgieron casi al tiempo a la vida pública (Alberto era dos años mayor) y les tocó competir duramente durante varios años hasta el punto de que Lleras Camargo, que militaba en las huestes de Alfonso López Pumarejo quien fue su maestro y amigo, se dedicó a atacar a Santos desde El Liberal en forma tal que Lleras Restrepo tuvo que retirarse del Ministerio de Hacienda y asumir la dirección de El Tiempo, para defender al gobierno, al cual regresó unos seis meses después.Sin embargo, su origen común y, presiento, la admiración y aprecio mutuo, llevó a que esas tormentosas relaciones pasaran por épocas tranquilas y fructíferas para el país, el Partido Liberal y la amistad.Hemos releído, como es natural, el primero y único volumen de las memorias de Alberto, que denominó ‘Mi Gente’ y que son fuente necesaria para conocerlo y para conocer a “su gente” que lo enorgullecía tanto por el lado Lleras como por el Camargo del general Sergio Camargo, el presidente Santos Acosta y toda una parentela liberal militante y de suficientes títulos como gente honesta, de recios principios y de capacidad de defenderlos con las armas, siempre que fue necesario.Dice Alberto: “Seguramente me entiendo mejor cuando relaciono mi vida con la de mi abuelo paterno, Lorenzo María Lleras”.Y agrega en un hermoso párrafo: “La mayoría de los europeos que escribieron o escriben hoy sobre sus recuerdos y memorias, comienzan, en orden lógico y cronológico, por lo que saben, o imaginan de su infancia. En nuestros países algo semejante sería difícil. Porque el mismo ámbito físico indispensable para que nuestra memoria no patine en el vacío, ha sido arrasado. Nuestras ciudades han cambiado tan vertiginosamente que no es posible anclar en su recinto antiguo cosa alguna. Las calles y las avenidas recién abiertas sepultan, junto con las casas donde vivimos, montañas de recuerdos humildes pero indispensables para reconstruir una vida. De todas las casas, incluyendo aquella donde nací, y las demás en que viví, dentro de la pobreza nómada de mi gente, no hay una sola en pie, hubiera querido visitarlas y dar albergue intramural a mis nublosos recuerdos, hallar algo de lo que fue mi infancia, en un corredor, en un patio, en una sala con sus ventanas cerradas. No es posible. Hay que tirar el ancla más atrás, a cosas menos desaparecidas, menos devastadas, menos destruidas. Y por eso extrañará el lector que estén desempeñando ese papel de rocas submarinas los seres más notables de mi familia tanto más cuando sus hábitos, sus desventuras y sus glorias, cuando los tuvieron, por alguna razón especial pueblan de sombras mi infancia”... (continuará)