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Teodorín Obiang

La verdad es que no sé qué escandaliza más: si las cifras...

2 de marzo de 2012 Por: Carlos Jiménez

La verdad es que no sé qué escandaliza más: si las cifras que miden la voraz devastación de los bosques tropicales y sus fatídicos efectos en el clima del Planeta o las noticias sobre cómo viven los gobernantes que obtienen enormes beneficios autorizando esa devastación. Uno de ellos -porque no es el único- es el ecuatoguineano Teodorín Obiang, ministro de Agricultura y Bosques de un gobierno presidido desde hace tres décadas por su padre, el ex oficial Teodoro Obiang. Cargo que le permite autorizar y ‘supervisar’ las concesiones a las empresas madereras, mayoritariamente francesas, que están deforestando su país, así como el resto de los seis países que se reparten el invaluable bosque húmedo tropical del Golfo de Guinea. Y que le ha producido notables réditos personales a juzgar por la increíble ostentación de riqueza que descubrió la policía francesa cuando allanó hace un par de semanas el domicilio de Teodorín, situado en el número 42 de la Avenida Foch, a 500 metros escasos del Arco del Triunfo.De “palacio de las mil y una noches” lo calificó Miguel Mora -el corresponsal de El País de Madrid en la capital francesa- quien informó que la mansión tiene 5.000 metros cuadrados, divididos en seis pisos y 101 habitaciones repletas de objetos de lujo, entre ellos joyas, relojes y ropa de diseño compradas en los mejores anticuarios, tiendas de lujo y casas de subasta de París, entre ellas Pierre Bergé e Yves Saint Laurent. El comedor tiene columnas de coral, una mesa de cristal de roca de 20 metros de largo y 500 platos de colección y una bodega en la que se halló un lote de 300 botellas de vino Petrus de 2,1 millones de euros y otro de Romanée-Conti de 250.000. La habitación principal es de 200 metros cuadrados y comparte espacio con los salones donde se incautaron dos jarras de porcelana de 220.000 euros, una cómoda Régence de 2,8 millones y tres jarrones con elefantes y rinocerontes del Siglo XVIII de 500.000 euros, amén de una sala de juego estilo Las Vegas y una gran discoteca insonorizada.Los expertos de la policía tasaron la mansión en 500 millones de euros y los objetos incautados en 40 millones. Demasiados bienes para un sueldo de ministro de 3.000 euros mensuales.Y aunque haya que celebrar la diligencia desplegada en este caso por la Justicia francesa llama la atención que la misma falte a la hora de perseguir no a los corruptos sino a los corruptores. Esos que también se dan la gran vida en París.

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