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‘Santrich’

El caso ‘Santrich’ se ha convertido en otro de esos debates políticos nuestros que se enredan tanto que al final no queda de ellos más que el ruido y la furia.

17 de mayo de 2018 Por: Carlos Jiménez

El caso ‘Santrich’ se ha convertido en otro de esos debates políticos nuestros que se enredan tanto que al final no queda de ellos más que el ruido y la furia. La irritante gritería de consignas que deja muy poco lugar a la discusión racional y al análisis desprejuiciado de los pro y los contra.

Pero si aun así vuelvo sobre él es porque creo que lo que en este caso está en juego son cuestiones claves para el presente y el futuro del país.
La más obvia: que esta demanda de extradición de un destacado dirigente de las Farc ha venido a añadir dificultades al ya difícil proceso de poner en marcha los acuerdos de paz suscritos por el Gobierno Nacional y por la que llegó a ser la guerrilla más antigua del continente.

La acusación de narcotráfico lanzada contra ‘Santrich’ ha alegrado sobre manera a quienes han venido acusando a dichos acuerdos de ser poco menos que una traición a la patria perpetrada por Juan Manuel Santos. El presidente tan desmedidamente ambicioso que fue capaz de pactar con el mismísimo demonio en su loco empeño por conseguir el Premio Nobel de la Paz. O el presidente tan ingenuo que creyó que quienes eran y no son más que ‘narcoterroristas’ se iban a convertir de buenas a primeras en demócratas ejemplares.

Si mañana la acusación contra ‘Santrich’ fuera finalmente desestimada, el daño ya está hecho, porque el escándalo mediático desencadenado en torno a la misma ha añadido una nueva dosis de desprestigio a unos acuerdos políticos cuya realización efectiva supondría una profunda transformación del país. El retorno definitivo de la paz que tanto necesitamos. Y que sin embargo han sido tan sistemáticamente descalificados que Humberto de la Calle -el único candidato a la Presidencia que los defiende abiertamente- aparece como el último de los cuatro en las encuestas de intención de voto.

Y no parece razonable esperar que quienes ahora se han lanzado al cuello de ‘Santrich’ -desdeñando olímpicamente la presunción de inocencia- vayan a disculparse públicamente si se llegara a demostrar que todo no ha sido más que un bien calculado montaje. Como tampoco cabe esperar que desistan de su tenaz oposición al cumplimiento de los acuerdos y cesen en su perversa campaña de desprestigio de los mismos.
Es de temer por el contrario que, antes de verse en el brete de reconocer que se han equivocado, hagan cuanto está a su alcance para que la acusación contra ‘Santrich’ la confirme su extradición.

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