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Santiago García

La muerte de Santiago García, a los 91 años de su edad, no por previsible me ha resultado menos dolorosa.

2 de abril de 2020 Por: Carlos Jiménez

La muerte de Santiago García, a los 91 años de su edad, no por previsible me ha resultado menos dolorosa. Por el contexto: se produce como un amargo anticipo de las muchas que vendrán por causa de un virus que se cebará en su generación y en la mía. Ambas son hoy parte de la población de alto riesgo. Pero también porque su muerte me trae a la memoria los años en los que el teatro era una parte muy importante de mi vida. El arte que me apasionaba tanto o más que la literatura y el cine. Años en los que viajaba con frecuencia de Cali a Bogotá en busca de libros, de películas y sobre todo de teatro.

En alguno de ellos tuve la suerte de asistir a una representación del Ubú rey de Alfred Jarry, dirigida y actuada por él. Fue la primera vez que tuve noticia de su existencia. Luego vendrían muchos otros encuentros con su arte entre los que destaco su puesta en escena del Galileo Galilei de Bertolt Brecht, su participación en el montaje colectivo del Marat/Sade de Peter Weiss. Y el Guadalupe años sin cuenta, logro muy notable de la creación colectiva, el innovador método teatral ideado por Enrique Buenaventura en el TEC, que tanta influencia tuvo y que tanta controversia generó en su día y al que García adhirió con entusiasmo.

Ese Guadalupe… marcó época por ser uno de los intentos pioneros del teatro colombiano de representar un episodio histórico, la violencia, y de hacerlo, como no podía ser de otro modo, de forma coral. Atrás el ejemplo del Marat/Sade y adelante otro intento del mismo género: Los diez días que estremecieron al mundo, pieza compuesta y puesta en escena a partir del inolvidable reportaje de John Reed sobre la Revolución de Octubre.

Para Diálogos del rebusque, que puso en escena la ardua tarea de buscarse la vida en la Colombia de la informalidad, García bebió en las fuentes de la picaresca española. Sobre todo en Quevedo. La presentó en el Festival Internacional de Teatro de Almagro, en España, en tierras que fueron escenario de la misma. Y me ofreció la oportunidad de compartir con él unas cervezas en una terraza de verano de Madrid junto con su inseparable Patricia Ariza y si no me equivoco con Carlos Bernal.

La última vez que le vi fue hace unos años, en el apartamento de Ricardo Sánchez en Bogotá. Venía de París y estaba tan entusiasmado con una exposición dedicada a la Cámara lúcida de Roland Barthes que no paró de hablar de ella durante toda la velada.

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