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Mariposas monarca

Son el insecto nacional de Estados Unidos y del Canadá y son...

20 de diciembre de 2013 Por: Carlos Jiménez

Son el insecto nacional de Estados Unidos y del Canadá y son tan imponentes que el entomólogo Samuel Hubbard Scudder no dudó en bautizarlas así, a mediados del Siglo XIX. Hoy se han transformado sin embargo y muy a su pesar en el anuncio inequívoco de un futuro ominoso. Peor que cualquiera de los imaginados por cineastas que convirtieron a los insectos en la más terrorífica de las amenazas. Desde el corto de apenas minuto y medio del pionero del cine George Meliès, en el que el protagonista es asaltado en su cama por una araña gigantesca, hasta el filme Starship troopers de Paul Verhoeben, en el que los siempre obedientes marines son enviados a uno de los satélites más remotos de EE.UU., a combatir una devastadora invasión de insectos monstruosos. Eso sin olvidar las moscas y las tarántulas hipertrofiadas que sembraron el pánico en las películas de serie B de la década de los 50 del siglo pasado.El futuro al que nos aboca el anuncio apocalíptico que portan las monarcas es todavía peor, porque es un futuro sin insectos. Donde no habrá gusanos que horaden y oxigenen la tierra, ni larvas que alimenten a los pájaros ni abejas que polinicen las flores, permitiendo que las plantas fructifiquen. La voz de alarma la dio un artículo de Jim Robbins, publicado en el New York Times a comienzos de este mes, que trae el dato alarmante de que el número de las mariposas monarcas que este año han emigrado a México desde Canadá y Estados Unidos ha caído hasta la increíble cifra de 3 millones. El año pasado fueron apenas 60 millones, muy por debajo del promedio de 100 millones, que era lo habitual. Robbins atribuye este desplome catastrófico sobre todo al crecimiento exponencial de lo que yo he llamado ‘el desierto verde’. O sea la agricultura de monocultivo intensiva en capital que, en Estados Unidos, está privilegiando ahora el cultivo del maíz, debido a los fuertes subsidios federales a los biocombustibles. Entre las consecuencias de esta degradación medioambiental se cuenta el aniquilamiento de la vegetación autóctona, incluido el alamillo, el principal alimento de las monarca. A esta devastación ha contribuido notablemente -añade Robbins- el uso generalizado del Roundup, un “herbicida que mata a todas las plantas, excepto los cultivos genéticamente modificados, que son resistentes a él”. Ignoro el papel de la siniestra Monsanto en la producción de ese insecticida, pero no dudo que a ella le resultará muy benéfico un mundo sin insectos.

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