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Los géneros

Es la más reciente de las revoluciones culturales y está resultando la...

12 de agosto de 2016 Por: Carlos Jiménez

Es la más reciente de las revoluciones culturales y está resultando la más polémica por cuenta de las intensas y dolorosas reacciones que está despertando. Porque las pasadas marchas en contra del borrador de cartilla de educación sexual no son otra cosa que una muestra adicional de la resistencia de muchísima gente a la revolución actualmente en marcha que sacude hasta los cimientos lo que hasta ayer dábamos por eterno e inmutable en los ámbitos de la sexualidad y de la familia. Esa que la Iglesia Católica consideró sagrada desde el Siglo III de nuestra era -que es la suya- y que ahora está siendo virtualmente profanada por el matrimonio gay y lésbico y por la posibilidad legal de adoptar niños por parte de parejas del mismo sexo.Y sometida además al fuego cruzado de lo que hoy la misma Iglesia califica de ‘ideología de género’. Y que consiste de hecho en un corpus teórico que comenzaron a elaborar hace por lo menos un cuarto de siglo en los Estados Unidos de América una legión de pensadores y pensadoras que, estimulados por las multitudinarias protestas de los homosexuales por la discriminación y las persecuciones que sufrían, decidieron no solo defender los derechos de estos últimos sino someter a una crítica radical al conjunto de la cultura patriarcal. Sí, porque así fue que comenzó a calificarse una cultura en la que estábamos tan inmersos que ni siquiera nos dábamos cuenta que es una cultura, y por lo tanto, un producto histórico y socialmente determinado. Éramos como peces en el agua que no se dan cuenta del agua hasta que un pescador los saca de ella.Qué es realmente lo que nos está pasando ahora, que ya no podemos considerar como un hecho natural e inmutable el régimen de diferenciación sexual que asignaba papeles muy definidos a los hombres y a las mujeres y que consideraba que el fin último del matrimonio era la procreación. Y que por ende condenaba a la clandestinidad o al ostracismo a todos aquellos cuya sexualidad no encajaba en estos esquemas. Por mucho que el Informe Kinsey primero y el Hite después confirmarán la tesis de Sigmund Freud, que la sexualidad normal es la menos corriente de las sexualidades.La Iglesia seguramente piensa que lo que estamos viviendo es sólo un episodio tan aberrante como pasajero en una historia tan larga como es la suya. Yo no comparto su optimismo y por eso le sugiero con el debido respeto que cambie su actitud ante los géneros.

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