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La otra guerra

Las Farc se han desarmado pero la violencia en el campo y aún en las ciudades resurge con una virulencia inusitada, alimentada sin duda por un tráfico de cocaína que parece tan vigoroso como siempre.

27 de junio de 2019 Por: Carlos Jiménez

El título de esta columna es el mismo de otra que publiqué en estas mismas páginas hace más de un año en la que advertía que los Acuerdos de paz firmados por el gobierno colombiano y las Farc con el propósito de poner fin a cuatro décadas de conflicto armado, podrían quedarse en papel mojado sino se abordaba el problema crucial de la ‘guerra contra el narcotráfico’. Y tendrán que convenir conmigo que tenía toda la razón. Las Farc se han desarmado pero la violencia en el campo y aún en las ciudades resurge con una virulencia inusitada, alimentada sin duda por un tráfico de cocaína que parece tan vigoroso como siempre. Tanto que Trump regañó a Duque durante su pasada visita a Washington porque estaba “atrasado en materia de erradicación de cultivos”.

Trump seguramente estaba al tanto de las estadísticas divulgadas esta misma semana que señalan que el 70% de la cocaína que se consume actualmente en los Estados Unidos llega de Colombia. El regaño de Trump hizo que Duque entrara en pánico y ordenara de inmediato intensificar la fumigación con glifosato de los cultivos de coca con la esperanza de poder reducir a un ritmo mucho mayor la superficie de dichos cultivos. Porque la verdad es que las malditas fumigaciones están avanzando a paso de tortuga. Como viene de reconocerlo las estadísticas publicadas por la Oficina nacional para políticas sobre control de drogas que demuestran cuan poco se ha avanzado en la reducción de cultivos. Según la misma se ha pasado de 209.000 hectáreas de 2017 a 208.000 de 2018.

No voy a repetir aquí los argumentos por los cuales pienso que la odiosa guerra contra el narcotráfico me parece no solo contraproducente sino también criminal. Prefiero lamentar que Duque no se haya dado aún cuenta de que ya no es un empleado del BID en Washington sino el presidente de una república de 44 millones de habitantes que tiene con qué exigir respeto y trato justo por parte de los Estados Unidos, por mucho que estos en su arrogancia se crean capaces de imponer su voluntad al resto del mundo. Si Duque se decidiera a actuar como presidente podría decirle a Trump que la guerra contra el narcotráfico le hace mucho daño a Colombia, por lo que debe replantearla radicalmente si es que quiere que su gobierno siga colaborando de manera tan entusiasta como hasta ahora con ese cambio de régimen en Venezuela que tanto desea Washington. Si quieres algo tienes que darme algo.

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