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La crisis del Valle

En mi anterior columna dije que el Valle estaba en crisis y...

17 de enero de 2014 Por: Carlos Jiménez

En mi anterior columna dije que el Valle estaba en crisis y hoy me gustaría explicar por qué lo pienso. Está en crisis, en primer lugar, porque Cali se sigue desindustrializando sin encontrar todavía un motor que reemplace a la industria como uno de sus motores económicos. Y no solo económico. Porque no hay que olvidar que la industria abrió en su día un campo de posibilidades importantes a la investigación y a los desarrollos científico técnicos, a la formación y expansión de una clase media profesional y a la de una clase obrera calificada. Y por ende a una vida urbana civilizada. El Valle está en crisis, en segundo lugar, porque la agroindustria se revitaliza sumando la soya a la caña de azúcar a la esfera de sus actividades predominantes, indiferente al hecho de que así no hace más que prolongar un modelo de agricultura que, desde los inicios de su despegue, trajo consigo un brutal empobrecimiento de la biodiversidad del valle del alto Cauca. Y si hace medio siglo, cuando la fundación de la CVC y la realización de sus programas de desecación de humedales y de control de las inundaciones del río Cauca, podíamos estar ciegos ante la exigencia de conservar los ecosistemas existentes, hoy ya no podemos permitirnos ese lujo. Ese derroche, esa destrucción irresponsable de un legado natural que, como vemos cada día con más claridad, es condición sine qua non de nuestra propia vida.El Valle está en crisis porque su economía, su política y su cultura siguen de espaldas al Andén Pacífico, a ese “litoral recóndito” reivindicado por Sofonías Yacup, al que, en el mejor de los casos, solo tomamos en cuenta como la costa donde está emplazado el puerto de Buenaventura, del que para más Inri apenas esperamos solo beneficios comerciales. O, lo que es peor aún, al que reducimos a la triste condición de reserva inagotable de madera barata, que continuamos extrayendo sin ninguna consideración por la catástrofe ecológica que trae consigo su extracción. Y no solo porque hiere de muerte una de las biodiversidades más extraordinarias de la Tierra sino porque la deforestación salvaje infligida por la industria maderera hiere igualmente de muerte uno de los pulmones que todavía le quedan al planeta para defenderse de los efectos letales de los gases de efecto invernadero.Y el Valle está en crisis porque carece de la más mínima estrategia para incorporarse por fin a la sociedad del conocimiento y la información.

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