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La caída de Kabul

Este doble fracaso demuestra que Washington ni ha entendido en qué consiste el terrorismo contemporáneo ni ha sabido diseñar y aplicar una política eficaz para hacerle frente

16 de septiembre de 2021 Por: Vicky Perea García

La caída de Kabul es un terremoto cuya onda expansiva ha dado la vuelta al mundo, dando lugar a un verdadero tsunami de análisis, críticas y debates dedicados a desentrañar el alcance y las consecuencias de la misma.

Esta aplastante ola mediática no impide sin embargo que me ocupe en esta columna del que me parece el resultado político más evidente de este cataclismo: el fracaso del liderazgo mundial de los Estados Unidos en la lucha contra el ubicuo flagelo del terrorismo. No olvidemos que la decisión de invadir a Afganistán al mes siguiente de los ataques terroristas del 11 S de 2001 se tomó en Washington so pretexto de la negativa del gobierno Talibán de dicho país de entregar a Osama Bin Laden, cabeza visible de Al Qaeda y supuesto autor intelectual de esos devastadores ataques.

Los talibanes condicionaron la entrega a la presentación de pruebas que demostraran dicha autoría, el presidente George W. Bush entendió esta demanda como una negativa y ordenó la invasión del legendario país asiático contando con el apoyo y la colaboración de los restantes miembros de la Otan. La invasión, el derrocamiento del gobierno talibán y la completa ocupación de Afganistán no lograron el objetivo de capturar a Bin Laden, quién el 11 S se encontraba recibiendo un tratamiento de diálisis en un hospital de Pakistán, país donde terminaría siendo cazado por un comando norteamericano en 2011, diez años más tarde.

Como tampoco consiguieron el fin de los atentados terroristas, porque la crónica de los 20 años que duró la ocupación de Afganistán han estado marcados por un rosario interminable de sangrientas acciones terroristas, la más reciente de las cuales fue la que le costó la vida a un centenar de afganos y a 13 de los marines que se esforzaban por controlar a la multitud de gente desesperada, decidida a entrar al aeropuerto de Kabul a como diera lugar. O sea que el terrorismo seguía vivito y coleando 20 años después de la ocupación y pese a los enormes recursos humanos y materiales invertidos por los Estados Unidos en su erradicación.

Y los talibanes, los supuestos o reales cómplices de Al Qaeda, se han hecho de nuevo con el gobierno del que tan violentamente fueron desalojados. Este doble fracaso demuestra que Washington ni ha entendido en qué consiste el terrorismo contemporáneo ni ha sabido diseñar y aplicar una política eficaz para hacerle frente. De hecho está dando palos de ciego.

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