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La bienal

Yo creo que Mariana Garcés debería reconocer que metió la pata hasta...

11 de octubre de 2013 Por: Carlos Jiménez

Yo creo que Mariana Garcés debería reconocer que metió la pata hasta el fondo demandando judicialmente al Harold Alvarado y al Carlos Palau. La amplitud de la reacción en su contra demuestra hasta qué punto se sospecha que esa demanda es más un intento de coartar la libertad de expresión que de asegurar el derecho a la honra y el buen nombre. Alvarado podrá ser un poeta deslenguado pero mucho de lo que ha escrito sobre las relaciones excesivamente duraderas y estrechas entre Amparo Sinisterra y la Ministra es la pura verdad y le añade credibilidad a Carlos Palau cuando pregunta si no existe “un conflicto de intereses” en la decisión de la Ministra de concederle 1.400 millones de pesos a la eterna directora de Proarte para la realización de una bienal internacional de danza en Cali. Es muy probable que desde el punto de vista estrictamente jurídico ese conflicto no exista pero me caben pocas dudas de que sí existe desde el punto de vista político. Un ministro no puede andar privilegiando así como así a sus amigos a la hora del reparto de los dineros públicos, ni aún en el caso de que sus amigos pudieran exhibir un notable historial profesional. Cierto, Amparo Sinisterra es dueña desde hace un montón de años de una academia de danza clásica, pero esa propiedad, así como su declarado amor por esa clase de arte, no la capacita per se para dirigir una bienal internacional de danza. Como tampoco la capacita para cumplir ese exigente papel el hecho de que durante tanto tiempo haya dirigido a Proarte y a un Festival Internacional que ha sido más de literatura que de arte. En un medio cultural un poco más complejo y experimentado que el nuestro esa ‘todología’ en vez de un mérito sería una hándicap prácticamente insalvable. La prueba de un incurable amateurismo antes que de una incontestable excelencia profesional. Si en realidad la Ministra de Cultura -y no Amparo Sinisterra- quiere organizar una bienal internacional de danza debería empezar por integrar una comisión de expertos que estudie con seriedad la idea, examine sus pro y sus contra y en el caso de encontrarla razonable, factible y oportuna, elaborar una propuesta de organización de la misma. A partir de la aceptación de esa propuesta el Ministerio podría entonces convocar un concurso público para elegir tanto la dirección artística como la gerencia de dicha bienal. Actuar de otra manera es exponerse sin remedio a la acusación de indebidos e irritantes favoritismos.

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