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Juego de patriotas

España vive la crisis política más grave desde el intento de golpe de Estado encabezado por el coronel Tejero del 23 de febrero de 1981.

5 de octubre de 2017 Por: Carlos Jiménez

España vive la crisis política más grave desde el intento de golpe de Estado encabezado por el coronel Tejero del 23 de febrero de 1981.

El parlamento y el Gobierno catalán convocaron y realizaron un referéndum el pasado 1 de octubre en el que preguntaron a la ciudadanía si estaba sí o no de acuerdo con que Cataluña se independizara y se constituyera en república.

Rajoy rechazó desde el mero anuncio dicho referendo y el Tribunal Superior de Justicia del Reino de España lo condenó por ilegal y ordenó a fiscales y policías que lo impidieran. Y así lo hicieron a lo largo del mes de septiembre, con allanamientos de imprentas donde se había impreso las papeletas, detención de altos cargos del Gobierno autonómico y el llamado a declarar de los cientos de alcaldes de elección popular que manifestaron públicamente su apoyo al referendo. Pero ninguna de estas medidas policiales y judiciales consiguió que las autoridades catalanas desistieran de hacer el referéndum.

Con el apoyo de un sector importante de la ciudadanía tomaron todas las medidas necesarias para contrarrestar el bloqueo jurídico y policial. Desde imprimir clandestinamente las papeletas hasta ocupar pacíficamente las escuelas públicas designadas como sedes de la votación, pasando por una auténtica guerra de guerrillas en contra de los ‘hackers’ de la Policía que una y otra y otra vez bloqueaban los ‘websites’ desde los que el Gobierno catalán intentaba informar a la ciudadanía sobre la organización de la consulta democrática.

La lucha con las fuerzas del orden desplazadas a Cataluña por el Gobierno Nacional desde el resto del país para impedir que el referéndum se consumase fue muy reñida y se saldó con una derrota parcial: solamente consiguieron votar dos millones largos de ciudadanos, la mayoría de los cuales tuvieron que hacer colas de varias horas de duración debido al incesante acoso policial.

Esta derrota parcial bastó para que el gobierno de Mariano Rajoy echara las campanas al vuelo y proclamara que el referéndum, además de ilegal, no había tenido lugar. Y en esas está, proclamando una victoria que si lo es, es media victoria y rechazando rotundamente las propuestas de diálogo y mediación formulada por Unidos Podemos, una formación de izquierda democrática con 72 diputados. A mí la inflexibilidad de Rajoy no me sorprende. Me resulta heredera de la misma que le llevó a perder todo su imperio colonial.

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