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Jesús Karabalí

Las manifestaciones de racismo que expone y analiza en los campos del lenguaje, el sentido común, los medios de comunicación, las instituciones educativas y políticas del país las ha padecido él en una o en otra medida.

10 de noviembre de 2022 Por: Carlos Jiménez

“Yo soy un africano nacido en Buenaventura”, con esta afirmación contundente se presenta a sus lectores el autor de Voces de la escuela, publicado en abril de este mismo año por la editorial Autografía de Barcelona. Es el libro de un scholar como lo subraya el subtítulo: “Etnoeducación y educación popular para combatir los prejuicios raciales” y la formación académica de su autor: máster en ciencia política y en relaciones internacionales y estudios africanos y doctorando en antropología y estudios de África y Asia de la Universidad Autónoma de Madrid.

Pero también es un libro intensamente personal, porque la elección del tema del racismo tan profundamente arraigado en la sociedad colombiana y que él va desmenuzando concienzudamente en los cinco primeros capítulos de esta su primera obra, vitalmente determinada por su experiencia como víctima del mismo.

Las manifestaciones de racismo que expone y analiza en los campos del lenguaje, el sentido común, los medios de comunicación, las instituciones educativas y políticas del país las ha padecido él en una o en otra medida.
Y no solo como niño, como adolescente y como joven en la calle y en la escuela sino como adulto, que en los ámbitos universitarios ha tenido que padecer los resultados de las ansias de poder de los que él llama los “negrólogos” y los “indigenistas”.

O sea, aquellos académicos que utilizan sus estudios e investigaciones en torno a los afrodescendientes y los pueblos originarios como medios de alcanzar tanto poder como beneficios materiales. Personajes que con frecuencia son blancos o “blancos mestizos”, como él los califica, pero que pueden ser igualmente negros que se comportan como intelectuales blancos. Un fenómeno de suplantación de identidades al que Franz Fanon dedicó una obra memorable: Piel negra, mascaras blancas, del que nuestra política e instituciones ofrecen numerosos ejemplos. Al fin de cuentas Colombia hasta ayer por la tarde negaba la misma existencia del racismo.

Los dos últimos capítulos del libro exponen dos políticas entrelazadas que, a juicio de Karabalí, son indispensables para luchar contra el racismo allí donde este se afianza y consolida: el sistema educativo. Dichas políticas son la etnoeducación y la educación popular. Ambas suponen un vuelco en los pensum y las practicas pedagógicas que permitan el reconocimiento y la valoración de la diversidad étnica y cultural del país.

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