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Gustavo Petro

Yo voy a votar por Petro. En primer lugar porque siendo alcalde de Bogotá se planteó como prioridad la construcción de un metro en condiciones en una ciudad en la que para las clases populares la movilidad urbana es lo más parecido a un infierno en la Tierra.

14 de junio de 2018 Por: Carlos Jiménez

Yo voy a votar por Petro. En primer lugar porque siendo alcalde de Bogotá se planteó como prioridad la construcción de un metro en condiciones en una ciudad en la que para las clases populares la movilidad urbana es lo más parecido a un infierno en la Tierra. Habrá otros peores, no lo niego, pero ninguno exhibe la misma irritante insistencia en torturar a quienes por razones de trabajo, de estudio o por la que sea no tienen más remedio que desplazarse diariamente por las calles de nuestra desquiciada capital.

¿El Transmilenio como alternativa? Una broma de mal gusto, unos paños de agua tibia aplicadas a un carcinoma galopante. Cierto, el metro con el que Petro y tantos como él habíamos soñado, no pudo hacerse: el presidente Santos lo saboteó negándose taimadamente a entregar el dinero que la Nación debía al presupuesto requerido para acometer su construcción. Después vino Enrique Peñalosa -con intereses creados en la comercialización de buses pesados-, tiró a la basura los estudios técnicos y de factibilidad del proyecto de Petro -que costaron una fortuna- y terminó sacándose de la manga no un metro sino un metrico, un metro jibarizado al mejor estilo de nuestra apoltronada clase dirigente que, como el niño de la parábola de San Agustín, siempre se empeña en meter el océano de las extraordinarias posibilidades de Colombia en el agujerito de sus mezquinos intereses.

El problema no es que haya intereses -que no hay sociedad que carezca de ellos- sino que los que predominen sean desgraciadamente los intereses más mezquinos. Como los de los empresarios y vendedores de buses que anteponen los suyos a los de una ciudad entera que necesita desesperadamente resolver sus graves problemas de transporte con una red de metro lo más amplia y eficaz posible. Así como Colombia necesita con parecida urgencia un proyecto de renovación nacional tan ambicioso y consistente como el que ha presentado Petro. El que ha logrado entusiasmar a una buena parte de nuestro pueblo. Y que siente que él es un líder consciente de que su propósito de engrandecer a Colombia solo podrá realizarse si cuenta con ellos, con la gente común y corriente. Con su respaldo, su dedicación y su esfuerzo. Con la gente que ya no quiere seguir siendo una mera cifra en las estadísticas de la pobreza ni el blanco pasivo de políticas económicas que no han hecho más que profundizar un modelo económico excluyente y depredador.

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