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El reconocimiento

Significa el reconocimiento de hecho y de derecho de que nuestro arte es perfectamente equiparable al que se ha realizado y se realiza en las metrópolis occidentales

9 de diciembre de 2021 Por: Carlos Jiménez

Soy de los que piensan que la historia del arte de vanguardia en América Latina es una historia épica protagonizada por artistas que durante décadas lucharon incansablemente contra la incomprensión del gran público y de los medios de comunicación, contra el desinterés, la desidia e incluso la hostilidad de los gobernantes y contra la falta de una infraestructura museística y de unos apoyos financieros congruentes con la calidad y la importancia del trabajo realizado por nuestros artistas de vanguardia.

A estos obstáculos hubo que añadir la incomprensión y la escasísima divulgación de dicho trabajo en Europa y los Estados Unidos, cuyas galerías de arte, museos y universidades ejercían un papel hegemónico en los escenarios del arte a escala universal. En dichos centros de enjuiciamiento y valoración, se creyó durante prácticamente todo el Siglo XX que el único arte de vanguardia auténtico era el que se hacía en sus países. Y que el que se hacía en el Tercer Mundo y especialmente en América Latina, carecía de interés e importancia porque no era más que una pobre copia de lo que se hacía en las metrópolis.

Esta lamentable situación empezó a cambiar a partir de la realización en 1989 en París de la mega exposición Los magos de la Tierra y de las exposiciones de arte latinoamericano que circularon en 1992 por los mejores museos de Europa y Norteamérica con motivo del quinto centenario del primer viaje de Colón al Caribe. Fechas que cabe asociar al lanzamiento de la globalización diseñada por el Consenso de Washington, cuya contraparte fue la irrupción del multiculturalismo que abrió las puertas de las bienales y los museos de arte del Primer Mundo al arte del Tercero.

Es en el contexto de esta historia que hay que celebrar Vasos comunicantes, la mega exposición de las colecciones del Museo Reina Sofía de Madrid, que ocupa las cuatro plantas del edificio Sabatini y dos del Nouvel, e incluye más de mil obras de arte, así como centenares de documentos y publicaciones. Una exposición impresionante que compendia la historia del arte español entre 1881 y 2021 y la muestra entrelazada no solo con la del arte de Europa y Estados Unidos de dicho período si no también con la del arte latinoamericano de los Siglos XX y XXI. Significa el reconocimiento de hecho y de derecho de que nuestro arte es perfectamente equiparable al que se ha realizado y se realiza en las metrópolis occidentales.

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