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Documenta

Hoy mismo estoy en Kassel, en Alemania, celebrando un aniversario: el de mi séptima visita profesional a Documenta, la más importante exposición de arte contemporáneo de Europa, que se celebra cada cinco años.

27 de julio de 2017 Por: Carlos Jiménez

Hoy mismo estoy en Kassel, en Alemania, celebrando un aniversario: el de mi séptima visita profesional a Documenta, la más importante exposición de arte contemporáneo de Europa, que se celebra cada cinco años, y que visité por primera vez en 1987, en el curso de su séptima edición.

La de este año es la decimocuarta por lo que puedo decir que he visitado a la mitad de las ediciones celebradas hasta la fecha. Un logro del que obviamente me enorgullezco y del que puedo ufanarme sin temor a despertar demasiadas envidias en una ciudad como Cali y en un país como Colombia, donde sólo una exigua minoría se interesa realmente por el arte contemporáneo y sabe por lo tanto de la existencia de Documenta y del extraordinario papel que ha cumplido y cumple en la promoción de dicho arte.

Porque ella -al igual que las bienales de Venecia y de Sao Paulo para citar sólo dos ejemplos notables- no es un mero receptáculo inerte que se limita a mostrar pasivamente el arte que se está haciendo en la actualidad, sino que es por el contrario un agente muy activo en su producción y legitimación.

En cada una de sus ediciones Documenta cuenta con un curador o director artístico que dedica con su equipo de colaboradores los cuatro años que median entre su nombramiento y la apertura al público de esta mega exposición, a recorrer el mundo en busca de las obras y los artistas que mejor encajan en su particular idea de qué es el arte contemporáneo. O cuál el arte que debería ser considerado contemporáneo.

El arte, que una vez expuesto en Documenta y validado por ella, comienza a desplazarse por los museos, los centros y las galerías de arte del resto del mundo, como ejemplos mayúsculos del arte contemporáneo. mayúsculos del arte contemporáneo. Y el hecho cierto de que Documenta influye efectivamente en el arte que se hace actualmente en Colombia o en cualquier otro país es una buena prueba del importantísimo papel que juega en el seno de la globalización, promoviendo el arte que mejor encaja en la contrapartida cultural de la misma: el multiculturalismo.

Por esta razón en esta versión hay artistas de los cinco continentes cuando hasta la edición de 1987 sólo los había de Europa y Norteamérica. Entre ellos dos colombianos: Beatriz González y Abel Rodríguez. Gracias a su inclusión en Documenta, el pop art a la criolla de ella y los dibujos naif de la Amazonía de él, han pasado a ser considerados arte contemporáneo.

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