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Aguas de París

Alguna día caeremos en cuenta de cuánto cuesta olvidar la historia y...

15 de abril de 2011 Por: Carlos Jiménez

Alguna día caeremos en cuenta de cuánto cuesta olvidar la historia y dejar caer en el olvido el recuerdo, por ejemplo, de que el acueducto de Cali fue municipalizado a comienzos del siglo pasado por una ciudadanía indignada por el mal servicio y las tarifas abusivas cobradas por la empresa privada norteamericana que entonces era su propietaria. Pero como no voy a esperar la llegada de ese gran día para defender el patrimonio común de los caleños, hoy echo mano de una historia muy actual -y muy internacional- para sumar un nuevo argumento a esa defensa. Me refiero a la historia del acueducto de París, de cuyo rescate de manos privadas por su Ayuntamiento acaba de cumplirse el primer aniversario. Con unos resultados francamente espectaculares: durante ese año la empresa pública que se ha hecho cargo del mismo ha obtenido beneficios de 35 millones de euros y logrado una reducción de las tarifas del 8%. O sea lo contrario de lo que ocurre cuando se privatizan los servicios públicos. Anne Le Strat -responsable de esta exitosa operación de recuperación de un valioso patrimonio común de los parisinos - ha explicado las claves de la misma en una entrevista publicada en El País de Madrid. Su descripción del penoso estado del acueducto parisino antes de la intervención pública es, aunque eufemística, elocuente: “Constatamos que había opacidad financiera y pérdidas del control técnico y de la gobernabilidad del sistema”. Problemas que atribuye sobre todo al hecho de que la privatización del acueducto se realizó dividiendo su funcionamiento entre tres operadores, lo que no sólo dificultó el control público de sus actividades, sino que las complicó y las encareció inútilmente. Eso sin contar que, más que prestar un buen servicio, lo que le interesa en realidad a “los operadores privados es aumentar sus beneficios”. Algo muy distinto de lo que está haciendo ahora la nueva empresa pública que, al lograr reunificar lo que ante estaba engorrosamente dividido, puede “aplicar economías de escala” y reinvertir en el sistema las ganancias obtenidas, “que se destinan a políticas sociales y a beneficiar al usurario”. De allí la reducción del 8% de los tarifas en apenas un año.“Además -añade esta joven y brillante gestora del bien común– se ha firmado un contrato con los ciudadanos, con los objetivos y los indicadores de calidad precisos, que nos obliga a un control y una evaluación permanente del servicio”. ¡Chapeau¡

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