El pais
SUSCRÍBETE

ADULTOS MAYORES

¿Van a seguir encerrados los mayores?

Las pobres defensas inmunitarias de los ancianos los hacen más susceptibles al coronavirus, pero también a la deprivación afectiva.

25 de mayo de 2020 Por: Carlos E. Climent

Mariana tenía 71 años. Era una sobreviviente de cáncer de estómago. Antes del aislamiento preventivo a raíz del coronavirus, estaba disfrutando de su vida, en especial de la compañía de sus cuatro nietos quienes eran para ella “el sentido de su vida”. Las visitas virtuales periódicas con sus seres queridos, que inicialmente eran satisfactorias, no evitaron una tristeza y un mutismo crecientes. Una mañana expresó un malestar indefinido, dijo estar cansada, se recostó en la cama y al poco tiempo el esposo la encontró sin vida. La causa exacta de su muerte no se sabrá nunca, porque no se le practicó una autopsia. Pero se puede concluir que la desesperanza y el distanciamiento de la red de apoyo de sus afectos, contribuyeron a profundizar un cuadro depresivo que debilitó su sistema inmunitario y terminó matándola. El gobierno colombiano confirmó un confinamiento indefinido forzado para los mayores, con la sola excepción de salir al parque por dos horas diarias.

Esta medida es bienvenida, pero es insuficiente. Y ha reafirmado la sensación de que el gobierno no entiende la magnitud del malestar creado por la privación de la libertad implícito en esta medida.

Suecia, un ejemplo democrático en el manejo de la crisis del coronavirus, que dejó en manos de TODOS los ciudadanos el manejo del distanciamiento social, hizo una sola recomendación perentoria por considerarla fundamental para la salud de sus mayores: deben salir de sus casas todos los días.

Si bien el deseo del gobierno colombiano de proteger a sus ancianos es loable, y no existe un balance perfecto, el imponer restricciones a su libertad, que no se imponen a otros grupos, es una discriminación inaceptable. Esta medida no contempla las necesidades psicológicas de los mayores e ignora que el negar el derecho fundamental a la libertad tiene destructivas implicaciones emocionales.

Además, no es práctica porque es imposible evitar que a los mayores los visiten amigos y familiares.

Es insostenible porque eventualmente el desespero, la soledad, el aislamiento y la saturación del encierro, los obligarán a salir de sus casas; lo que deja al gobierno en la penosa obligación de multar a sus ancianos porque están en la calle.

La medida también ignora que un confinamiento forzado discriminatorio incrementa el aislamiento, la desmoralización y la depresión, con las graves consecuencias sobre el equilibrio físico y emocional de las personas en condiciones de fragilidad.

Muchos investigadores están encendiendo las alarmas sobre la epidemia de depresión, reactivación de trastornos mentales latentes y suicidios que se le viene al mundo como consecuencia del aislamiento.

El sentido de la vida para cada persona mayor es algo sagrado que no se puede cuantificar y al respecto del cual no se puede legislar de una manera simplista. Mariana probablemente estaría viva, o por lo menos habría muerto con menos tristeza, si se le hubiera permitido alimentar su sistema inmunitario a través del contacto con sus nietos amados.

AHORA EN Carlos E Climent