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Una luz en medio de la oscuridad

Celebremos el milagro de la vida.

6 de junio de 2020 Por: Carlos E. Climent

Los efectos de esta pandemia siguen, y seguirán por un buen rato, afectando nuestro día a día. Durante los últimos meses hemos tenido que revaluar el concepto de incertidumbre. Muchas empresas se han quebrado y es posible que muchas más se quiebren. El ingreso de millones de colombianos ha caído, y no es claro cuándo ni cuánto volverá a subir. Al mismo tiempo, el gobierno ha reducido las libertades de la población y no sabemos hasta cuándo durará el encierro.

Pero esto no es el fin del mundo. Nos ha vuelto más conscientes y responsables. El optimismo no ha desaparecido y estamos entendiendo que no es a punta de esforzarnos por controlar variables incontrolables, una de las obsesiones del hombre desde tiempo inmemorial, que vamos a salir de este túnel de escepticismo en el cual esta pandemia nos tiene atrapados.

La obsesión por el control lleva a esfuerzos, siempre inútiles, para tratar de manejar la incertidumbre sobre el futuro y lograr cambios en nuestros hijos, pareja, familia, colegas y socios. Probablemente nada de lo que proponen los profetas de la catástrofe sobre lo que “se viene después de la pandemia”, saldrá como nos lo anuncian.

Nuestra capacidad para adaptarnos a nuevas realidades, defender la verdad por encima de las conveniencias, perseverar en medio de la incertidumbre y ver el lado positivo de los hechos, será un factor preponderante para superar la crisis.

La pandemia está trayendo consigo una serie de cambios positivos, algunos más visibles que otros.

Estamos más conscientes sobre el rol del ser humano en el cambio climático y su impacto en el medio ambiente.

Estamos más dispuestos, así sea a la fuerza y por conveniencia propia, a respetar los derechos de los demás usando mascarilla, lavándonos las manos más a menudo y manteniendo distancia física.

Estamos finalmente entendiendo el concepto de solidaridad, al menos, con relación a los principios de salud pública, trabajo en equipo y autodisciplina, que servirá de ejemplo para las generaciones venideras.
Estamos aprendiendo el arte de la paciencia. La reactivación de todas las actividades sociales y económicas llegará, pero será paulatina.

Hemos entendido las virtudes del ahorro como componente fundamental en la supervivencia de las personas y de las empresas en crisis.

Hay la esperanza de una mayor conciencia y un mayor reconocimiento sobre el valor de la ciencia y de las comunicaciones honestas entre los gobiernos, y entre el gobierno y la población, en relación a la salud pública. Algo que debería traducirse globalmente, en una mayor agilidad para la detección temprana de las enfermedades y en un compartir de esas informaciones y de los avances en medicamentos y vacunas.

Álvaro Restrepo nos recuerda que la pandemia nos ha enseñado a valorar el silencio, la pausa, la distancia, la privacidad y la intimidad y…nos abre una ventana sobre la posibilidad infinita de la creación propia.
Si bien hay muchos motivos de preocupación y muchos ajustes para hacer, me sumo a la conclusión de Javier Cercas, quien en una magistral conferencia (Hay Festival SURA) expresó que lo más importante en este momento es celebrar “el milagro de la vida”.

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