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Suicidio juvenil. Estadísticas

Cada vez que un adolescente se quita la vida y, por una...

19 de octubre de 2014 Por: Carlos E. Climent

Cada vez que un adolescente se quita la vida y, por una razón u otra, se vuelve noticia, se prenden las alarmas sobre la necesidad de hacer conciencia para prevenir tan trágico desenlace. Para propósitos de unas intervenciones prácticas dentro de un campo tan delicado es preciso recordar dos temas. Uno son los factores de riesgo que será tratado en una próxima oportunidad, ampliando el tema con las conclusiones del presente artículo. Otro, son los datos estadísticos:*El que se hagan públicos varios casos mortales en un mismo período no significa que haya un incremento de la prevalencia de los suicidios. Si bien es cierto que los suicidios juveniles han sufrido un aumento en las últimas décadas, un importante estudio epidemiológico (1) revela que la prevalencia de vida de las ideas suicidas mantiene un estable 12% (15% para las mujeres y 9% para los hombres). La prevalencia de vida para los planes y los intentos suicidas es de 4% siendo mayor entre las mujeres que entre los hombres.*60% de los adolescentes con planes suicidas realizaron un intento suicida.* Desde el momento en el que se contemplan las ideas suicidas, hasta el acto suicida transcurren doce meses.*La edad de inicio de las ideas suicidas ocurre alrededor de los 12 años.*La mayoría de los que contemplan las ideas suicidas, sufren de un trastorno mental de algún tipo.*80% de aquellos con ideas suicidas, 87% de los que desarrollaron un plan suicida y 90% de los que intentaron quitarse la vida, había recibido algún tipo de tratamiento. Este es un importante hallazgo pues quiere decir que la gran mayoría de los pacientes que terminan atentando contra su vida han consultado a un profesional.*Muy a pesar de esa intervención terapéutica, en el curso de los siguientes 12 meses, atentaron contra su vida. Con lo cual se puede concluir que ni el tratamiento en sí mismo, ni el profesional a cargo, alertaron a la familia de manera clara y convincente sobre el riesgo que estaba corriendo el menor.*La responsabilidad de la prevención debe compartirse entre la familia y el profesional consultado.Si todos estos datos se tuvieran en cuenta, en especial que el revelar ideas e intenciones suicidas no es suficiente para prender las alarmas, es posible que se pudiera hacer algo para prevenir el desenlace mortal. Recordar que una vez que la persona revela sus ideas y hace su catarsis, el alivio momentáneo no puede tranquilizar a nadie, ni se puede bajar la guardia. Por lo contrario debe llevar a los adultos responsables a reforzar los cuidados y a asegurarse que el paciente siga siendo monitoreado cuidadosamente. Si esto no evita la fatalidad, al menos sirve para tranquilizar la conciencia, pues se hizo lo que correspondía. Y finalmente, no olvidar que hay casos en los que la prevención es humanamente imposible.(1) Nock MK, Green JG, Hwang I, et al. Prevalence, correlates, and treatment of lifetime suicidal behavior among adolescents. JAMA Psychiatry. 2013; 70:300-310

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