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SALUD MENTAL

La mitomanía

La mitomanía es un trastorno mental que consiste en decir falsedades de manera persistente.

5 de junio de 2021 Por: Carlos E. Climent

El diagnóstico de esta enfermedad es difícil pues el ocultamiento y el disimulo de los mentirosos patológicos hacen que sus engaños pasen desapercibidos por mucho tiempo. El mitómano miente por inseguridad y para mantener las apariencias. Su afán no es el lucro. Eso lo diferencia del sociópata que siempre tiene objetivos de beneficio personal muy claros.

Con cada mentira, el mitómano se enreda más y tiene que inventarse otra más para quedar con la relativa tranquilidad de que “aún no lo han descubierto”. Este ovillo termina inexorablemente mal pues finalmente se le acaban las excusas y queda en evidencia. Puede mentir por años y solo se lo desnuda cuando los problemas llegan a niveles verdaderamente alarmantes, ya sea por una demanda penal, un chantaje, una quiebra o una desorganización caótica. Entonces todo se destapa. En ese momento los parientes que han ignorado la situación, o no han querido aceptarla, proceden a analizar retrospectivamente las evidencias y concluyen: “¿Pero si nosotros teníamos sospechas serias desde un principio, por qué no actuamos antes?”. Las dificultades para identificar este trastorno se relacionan con varias circunstancias:

*Los allegados siempre tienen la sensación de estar siendo engañados, pero como el mentiroso es habilísimo para disimular y negar con gran seguridad, nadie se atreve a confrontarlo.

*Los parientes o temen confirmar sus sospechas, o no están seguros, o no quieren ofender, o les da lástima o no se quieren incomodar.

*El mentiroso, con gran imaginación, facilidad y persistencia, cambia una mentira por otra, incumple y reincide con una frialdad impresionante.

*Por un tiempo, a veces prolongado, es capaz de vivir una realidad paralela que los allegados deciden “creerse”, así en el fondo tengan dudas.

*Si alguien lo llega a cuestionar, “se rasga las vestiduras” y como es un artista del fingimiento y un gran manipulador, lo niega con una energía que convence a cualquiera y es capaz de dejarse llevar hasta el borde del abismo. Tiene la habilidad para explicarlo y justificarlo todo, pero como muchas veces le es imposible mantener un control sobre todas las mentiras, a veces se olvida de las que ha contado.

* Pero tarde o temprano, cuando las evidencias son absolutamente innegables, las mentiras quedan al desnudo. En algunos casos, al mitómano no le queda otra alternativa que aceptar que ha mentido.

*Algo que hace más difícil identificar y tratar a los mentirosos compulsivos es el rol de las redes sociales, donde se ha normalizado la mentira al punto que casi todo lo que se publica es desinformación. Pero este es un tema para otro día.

Los orígenes de este trastorno son inciertos, pero casi siempre se trata de personas pasivas que nunca enfrentaron nada, inseguras, miedosas o impulsivas. En la mayoría de los casos, sus allegados, por ahorrarse disgustos, no ponen en evidencia a estas personas.

Si bien el tratamiento para la mitomanía es difícil, es responsabilidad de la familia (sobre todo cuando se trata de hijos o parejas) sacudirse del miedo y confrontar al enfermo de manera clara y firme. Una vez que se ha llevado a cabo la confrontación y el enfermo ve una fortaleza desconocida en sus familiares (o amigos), va a poder aceptar una imposición de límites creíbles y realistas y unas reglas de juego verificables. Solo en ese momento se le podrá exigir un plan realista de rehabilitación.

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