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La indolencia ante la destrucción humana

Denis Mukwege es un ginecólogo y activista congoleño que en el 2014...

22 de noviembre de 2015 Por: Carlos E. Climent

Denis Mukwege es un ginecólogo y activista congoleño que en el 2014 recibió el premio Sakharow, la más alta distinción en derechos humanos otorgada por la Unión Europea. En el 2015 fue nominado para el premio Nobel de La Paz.Durante 16 años como Director del hospital Panzi en Bukavu, en el Congo, ha trabajado como cirujano llevando la esperanza a las mujeres víctimas de violación sexual. Monstruosa conducta perpetrada por milicianos rebeldes y militares adscritos al gobierno, que se hizo más notoria en la segunda guerra del Congo y que sigue siendo utilizada como arma de guerra.En ese período, solo interrumpido por la salida obligada de su país por amenazas de muerte que terminaron en un intento de asesinato, el Dr. Mukwege ha reparado quirúrgicamente órganos sexuales desgarrados y fístulas recto-vaginales producidas por las violaciones perpetradas a más de 40,000 mujeres de todas las edades, pero especialmente niñas y adolescentes.“El hombre que cura mujeres” es el apelativo que le ha merecido su dedicación a una causa heroica. Su experiencia, bajo ese mismo título, se encuentra contenida en un documental tan conmovedor como impresionante que se está presentando en Colombia.Además de exponer su trabajo atendiendo quirúrgicamente las masacres ocasionadas por conductas bárbaras, muestra la labor social destinada a lograr conciencia sobre estos hechos en una población desprotegida y atemorizada. Pero también revela el cinismo de los violadores que cuando fueron identificados, juzgados, condenados a cumplir penas irrisorias y encarcelados mostraron en su indiferencia, lo peor de la sociedad: la indiferencia frente a hechos tenebrosos.También sirve para recordar que estas conductas perversas no son exclusivas del Congo. Pues Bosnia, Liberia, Siria y Colombia aparecen como líderes mundiales en las violaciones a mujeres y niñas.Las raíces del problema son variadas y profundas:*Temor que obliga al silencio a víctimas y familias.*Insensibilidad generalizada de la población.*Pero especialmente la tolerancia hipócrita del estado; esa fuerza macabra que, obrando disimuladamente, impide que los responsables puedan ser efectivamente castigados.Este valiente documental presenta una visión de un país con montañas y parajes muy parecidos a los colombianos y con crímenes atroces muy similares a los que ocurren en Colombia. En ambos países estos crímenes siguen enseñoreándose sin ser objeto de una verdadera justicia, sin un castigo ejemplarizante para los victimarios, sin reparación adecuada para las víctimas, sin que se conozca la verdad completa y sin que la sociedad se levante airadamente en su contra.Hace pocos días se cumplieron 30 años del holocausto del Palacio de Justicia y 20 años del magnicidio de Álvaro Gómez, dos ejemplos de impunidad vergonzosa que nos recuerdan cuan vigente sigue el pensamiento del líder asesinado: "Lo más grave de Colombia es la familiaridad con que tratamos el fenómeno de la destrucción de la vida humana".

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