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La espera eterna por un especialista

Las demoras en la atención de pacientes son del conocimiento público y...

15 de mayo de 2016 Por: Carlos E. Climent

Las demoras en la atención de pacientes son del conocimiento público y llegan a niveles verdaderamente aberrantes entre los usuarios del POS o las EPS. Pero tales fallas existen también para la atención particular donde conseguir una cita con el especialista de moda puede llegar a convertirse en misión imposible.El tiempo transcurrido desde el momento en el que surge la necesidad de la cita médica hasta el momento en el cual se logra, es tan prolongado que muchas veces se convierte en una espera eterna. Escenario habitual: “El Dr. no tiene citas sino hasta dentro de tres meses”. Comentario inexacto y pretencioso que podría ser aceptable en los restaurantes con estrellas Michelin (donde tampoco suele ser verdad) pero no en el sagrado ejercicio de una profesión como la medicina. “Pero señorita para entonces ya me habré muerto”. “No hay nada que pueda hacer…siguiente por favor”.Antes, las quejas eran porque el médico no tenía tiempo o no se dignaba levantarse del asiento para saludar o despedirse. O porque prestaba atención a otros menesteres mientras hacía la consulta. O porque su ojos vagaban de la pantalla de su computador, a su reloj o al teléfono que sonaba varias veces durante cada consulta. O a que hacía pronunciamientos prepotentes que le hundían el ánimo a cualquiera. O a que no se disculpaba por la demora en recibirlo en consulta.Estas circunstancias siguen idénticas, pero han pasado a un segundo plano porque hoy, simplemente, no hay manera de llegar al médico cuando se lo necesita.Entonces, para aliviarse de las dolencias, hay que estar en gracia de Dios o en su defecto caer en una de las siguientes circunstancias:*Que el tema a consultar sea tan insignificante que se resuelva solo o que lo solucione la droguería de la esquina.*Que el caso leve se haya convertido en grave y no sea para una consulta ambulatoria sino para una ambulancia que lo traslade a urgencias.*Que el caso se haya complicado de tal manera que la consulta ya no es necesaria, simplemente porque el paciente se murió esperando la cita.*Que se tenga una palanca muy especial, que generalmente depende de la importancia del paciente. Recordando que la palanca no se utiliza con el ocupadísimo profesional sino con su antipático cordón de seguridad secretarial que es el que verdaderamente decide la disponibilidad.Una espera tan dilatada nunca es justificable. Un buen médico no se da tanto tono. Si no tiene la cita disponible al menos muestra interés por las necesidades del paciente, evalúa la urgencia, propone alternativas, delega a colegas menos ocupados, pero se constituye siempre en una voz de esperanza.La solución definitiva para esta odiosa situación no la tiene nadie pero sería un alivio si el médico tomara el control de su propia agenda y estudiara cada solicitud de cita de acuerdo a algunos datos básicos (pre consulta). Esta acción determinaría el grado de severidad o urgencia de cada caso particular y evitaría que quien no está calificado tome decisiones que no le corresponden.

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