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La confianza en las maravillas de la edad

Los años dorados pueden constituirse en la mejor etapa de la vida.

12 de noviembre de 2017 Por: Carlos E. Climent

A las personas que se prepararon con suficiente antelación para una jubilación activa y cuentan con un carácter equilibrado y una buena salud, les espera una vejez, que con todas las normales limitaciones puede ser un camino grato a recorrer.

Estaba en mora de comentar un documental de Cine Colombia, que pasó casi desapercibido, no solo por ser un hito artístico sino porque el protagonista deja importantes enseñanzas sobre las fuerzas enormes que se liberan cuando se tiene confianza en las maravillas de la vejez. Y sirve para contradecir la noción, tan difundida como detestable, de que una persona de 40 años ya no consigue puesto porque las empresas modernas sólo valoran la genialidad agresiva de los más jóvenes, ignorando que la sabiduría muchas veces solamente llega con los años.

El documental es una retrospectiva realizada recientemente en el British Museum de Londres sobre la obra del artista japonés Katsushika Hokusai quien murió de 89 años en 1849 y fue la inspiración de grandes artistas como Van Gogh, Monet, Picasso y Warhol.

Más allá del valor artístico de una obra bellísima, de sus grabados del monte Fuji, de la Gran Ola que ya es patrimonio universal y del análisis científico que revela la genialidad del artista, me interesa resaltar el valor que le da este hombre a la edad avanzada en su camino a la perfección: “Hasta los 70 años, nada de lo que dibujaba valía la pena. A los 73 años logré, poco a poco, desentrañar el crecimiento de las plantas y árboles y la anatomía de los pájaros, insectos y peces. Por tanto, espero que cuando cumpla 80 haya seguido progresando. Y que a los 90 sea capaz de ver la esencia oculta de las cosas. A los 100, habré llevado mi arte al plano divino, y que a los 110, cada punto y pincelada parezcan tener vida propia”.

Esta perspectiva optimista de lo que piensa un artista en la ancianidad sobre lo que le va a traer el futuro, puede aplicarse a muchas personas mayores en las más diversas situaciones.

Tal vez por ser uno de los terapistas más viejos de la localidad me llegan cada vez con más frecuencia personas de edad avanzada asegurando que, en comparación con épocas pretéritas, en este momento están viviendo lo mejor de sus vidas.

Y confirman que a pesar de las limitaciones, los dolores y las desilusiones inevitables impuestas por la edad, ahora:

* Piensan con más claridad y son capaces de evaluar las diversas circunstancias con mucha mayor precisión.

* Brindan opiniones, sin la pasión incendiaria de otras épocas, y sólo cuando se las piden.

* Dentro de ciertos límites, dicen y hacen lo que quieren.

* Disfrutan del placer de las cosas sencillas.

* Han renunciado a la necesidad de querer controlarlo todo.

* La cotidianidad ya no los tortura pues han aceptado con tranquilidad (y cierto aire secreto de superioridad) que están “más allá del bien y del mal”.

* Le han perdido el miedo a lo terrenal y a la muerte.

* Nada les asusta. Ni siquiera la soledad a la que han aprendido a manejar a través del recogimiento y el silencio.

En palabras de Hokusay, están más cerca de lo divino.

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