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El niño inmanejable

Detrás de unas rabietas frecuentes y unas conductas insoportables puede existir un trastorno poco diagnosticado.

1 de febrero de 2020 Por: Carlos E. Climent

La depresión, los trastornos bipolares o de conducta, la hiperactividad o las psicosis son algunos de los diagnósticos que se le hacen al niño cuyos comportamientos agresivos se han convertido en un preocupante problema familiar.

La clasificación vigente de los trastornos mentales incluye un nuevo diagnóstico, el Trastorno de desregulación del estado de ánimo disruptivo (Disruptive mood dysregulation disorder, 296.99)*. Este diagnóstico aparece separadamente de los trastornos del ánimo, para evitar equivocaciones que en el pasado habían hecho que se considerara a niños extremadamente irritables y agresivos, como enfermos bipolares, cuando en realidad sufrían otros trastornos como depresiones (unipolares) o síndromes de angustia severos.

La consecuencia de este error es rotular y tratar a estos niños como bipolares o como hiperactivos con unas necesidades terapéuticas muy diferentes. El diagnóstico de trastorno de desregulación del estado de ánimo disruptivo se hace cuando hay evidencia de irritabilidad severa, crónica y persistente. Esta irritabilidad tiene, entre otras manifestaciones, rabietas frecuentes (al menos tres por semana) como respuesta a la frustración, dirigidas a sí mismos, personas o cosas. Ese estado de irritabilidad ocurre entre rabietas, está presente la mayor parte del día y es evidente para otras personas no solo en el hogar sino en el colegio. Pero es importante saber que se diferencia de otros trastornos infantiles y de la adolescencia como el bipolar, la conducta oposicional y la hiperactividad. El diagnóstico oportuno y el tratamiento deben ser realizados por un especialista.

El tratamiento incluye estrategias dirigidas tanto al paciente como a la familia, de carácter psicoeducacional, cognitivas, conductuales y muy probablemente psicofarmacológicas.

El pronóstico de estos pacientes es bueno si se sigue un protocolo adecuado de diagnóstico y tratamiento, pero se ensombrece si no se hace nada, o si no se tiene en cuenta la patología de la relación entre los padres que puede agravar el cuadro clínico. Una relación patológica de los adultos responsables de la crianza del niño incluye, entre otros aspectos, un inadecuado manejo de la relación entre padres e hijos (V61.20)*, un pobre control de los comportamientos de los adultos, indisciplina, inconsistencia o irresponsabilidad parentales, alejamiento afectivo del niño como una medida para reprenderlo, discusiones agresivas entre los padres en presencia del niño, maltrato, castigos o amenazas que van escalando en la medida en que el niño se torna más desafiante.

Todas estas circunstancias pueden llevar al niño a cuadros de depresión o angustia que con frecuencia se tratan equivocadamente. Entre otras razones, porque no se ha tenido en cuenta que son las circunstancias ambientales generadas por relaciones disfuncionales de los adultos las que pueden estar generando la mayor patología en los niños.

* Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition (DSM V), American Psychiatric Association, 2013f

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