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El entorno alcohólico

El alcoholismo es una enfermedad mortal alimentada por la permisividad de los más allegados.

17 de septiembre de 2017 Por: Carlos E. Climent

Los padres que se rasgan las vestiduras porque un día uno de los hijos tuvo comportamientos violentos o inapropiados bajo los efectos del alcohol deben preguntarse si con sus actitudes tolerantes han estado apoyando estas conductas.

Una sociedad en la cual el trago es parte del paisaje y de la canasta familiar y desde el bautizo hasta el entierro todo se celebra con alcohol, está condenada a ir llevando a los más jóvenes por el camino de una de las adicciones más destructivas.

El que las personas se diviertan con las ocurrencias del “borrachito” o no se atrevan a realizar comentarios críticos porque no quieren “dañar la fiesta”, son apenas dos ejemplos de la forma como se estimula la ingesta de alcohol.

Es con esas actitudes que la familia aficionada al alcohol minimiza el problema y se tranquiliza. Y si alguno de los miembros de la familia toma demasiado, nadie señala el asunto como algo problemático.

Algunas aclaraciones sobre los niveles de riesgo son pertinentes. Para considerar que alguien tiene un alto riesgo de ser un alcohólico no se necesita que tome licor todas las semanas, ni siquiera todos los meses, ni estar continuamente embriagado. Solo se necesita que sea incapaz de dejar de tomar después del primer trago.

Determinar el riesgo de alcoholismo es indispensable y debe realizarse en cada caso para poder actuar ya que hay personas que pueden ingerir alcohol sin problema y otras que simplemente no pueden hacerlo.

Una evaluación objetiva para determinar el riesgo incluye, entre otros aspectos, preguntar sobre el patrón de la ingesta alcohólica, la frecuencia y la cantidad.

El grupo de bajo riesgo para alcoholismo está integrado por aquellos que no tienen interés en el alcohol o toman con moderación. Se puede incluir en este mismo grupo a los que disfrutan del alcohol, lo toman con frecuencia pero nunca se exceden. Las personas que pertenecen a este grupo, muy seguramente no tendrán un problema a causa del alcohol.

El grupo de alto riesgo para alcoholismo lo constituyen personas con una carga genética definida (alcoholismo en familiares de sangre), aquellas a quienes les gusta el trago y/o que tienen un entorno alcohólico y con una historia de abuso de alcohol. Y con al menos uno de los siguientes síntomas:

* Pérdida del control de sus actos bajo los efectos del alcohol (gastos excesivos, borracheras, peleas, accidentes, etc.)
* Interferencia en el desempeño familiar, académico, laboral, económico o social debido al alcohol.
* “Lagunas” al día siguiente.
* Retiramiento (temblores o malestar al dejar de tomar)
* Tolerancia (necesidad de dosis cada vez mayores para obtener los mismos resultados de antes)

Si una o varias de las manifestaciones anteriores es contestada afirmativamente hay un problema de alcohol. Tal situación obliga a confrontar al bebedor con firmeza para hacerle entender el tamaño de su riesgo y persuadirlo a que no se exponga a tomar. Pero tal confrontación no será fácil porque demanda de la parte más sana de la familia el actuar, hablar claro y por supuesto incomodarse.

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