El pais
SUSCRÍBETE

El ejercicio físico y el cerebro

Si a una afortunada genética, una vida sin excesos y una adecuada...

2 de agosto de 2015 Por: Carlos E. Climent

Si a una afortunada genética, una vida sin excesos y una adecuada alimentación se agrega una exigencia cotidiana en la actividad física, se incrementa la posibilidad de mantener intactas las funciones cerebrales superiores en la vejez.Para esos fines, el Colegio Americano de Medicina Deportiva (1) recomienda un plan para mejorar el estado de salud, que se adapta a las condiciones de cada persona y que no tiene que ser demasiado intenso.Se trata de realizar entre 150 y 300 minutos de ejercicio por semana, repartido en sesiones de 30 a 60 minutos diarios. Se incluyen varios ejercicios que son complementarios y simultáneos:*Aeróbicos como caminar, trotar o montar en bicicleta.*Resistencia muscular, por ejemplo, usando pesas.*Equilibrio.*Flexibilidad que se logra a través de estiramientos variados.La combinación de estas distintas modalidades de ejercicio es más efectiva que el uso de cada modalidad individual, especialmente cuando se trata de contrarrestar los efectos destructivos de la vida sedentaria. En conjunto todos ellos mejoran la salud, reducen el riesgo de depresión y ansiedad y retardan el proceso de deterioro intelectual.El ejercicio aeróbico disminuye la acumulación de grasa total en el organismo controlando el incremento de peso que suele ocurrir con la edad y está asociado la prevención de la osteoporosis. Mejora el control de la glicemia. Contribuye a limpiar el organismo de los lípidos que pueden causar ateromas en las arterias. Aumenta la preferencia del organismo para utilizar las grasas como fuente de energía.Los ejercicios de resistencia se recomiendan unas dos veces por semana y sirven para incrementar la masa, la fuerza y la calidad de los músculos. Corrigiendo así la idea equivocada de que los adultos mayores están condenados irremediablemente a la atrofia muscular.Los ejercicios que promueven el equilibrio incluyen el lograr posiciones que gradualmente reduzcan la base de sustentación o el afectar el centro de gravedad. Por ejemplo mantenerse parado con los ojos cerrados en un solo pie. Esta práctica disminuye el riesgo de caídas y por ende previene las fracturas óseas en personas propensas a tropezarse.Los ejercicios de flexibilidad incluyen los estiramientos sistemáticos de los principales grupos musculares.Programas más exigentes se diseñan en el caso de ciertas enfermedades como la diabetes, la depresión clínica, la pérdida de masa ósea y la debilidad muscular.En conjunto la práctica cotidiana de un plan de ejercicio que incluya todos los aspectos mencionados, mejora la capacidad de transportar oxígeno a los centros vitales del organismo, disminuye el pulso y la tensión arterial reduce el riesgo de enfermedad coronaria y mejora las funciones intelectuales hasta una edad avanzada.En resumen, el recordar estos sabios principios atenúa el deterioro físico y mental.(1) Chodzko-Zajko, W., Medicine & Science in Sports & Exercise, 41:1510-1530, Julio 8 de 2009.

AHORA EN Carlos E Climent