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El bofetón de Will Smith

El humor inteligente es respetuoso, sensible y no le hace daño a nadie

10 de abril de 2022 Por: Vicky Perea García

Los premios Óscar 2022 estuvieron marcados por la bofetada que el actor Will Smith le propinó al presentador de la noche por razón de un chiste que hizo al respecto de la calvicie de su esposa. La agresión física, una reacción totalmente inapropiada e inaceptable, recibió fuertes críticas y gran atención de la prensa en todo el mundo. Al fin y al cabo, se trata de la famosa estrella de Hollywood que esa noche ganó el premio más codiciado. Los reflectores de la gran gala mostraron lo que para el momento mediático era lo más importante: el bofetón.

Pero lo violento no fue solamente lo que vieron en vivo y en directo 15 millones de personas y que después se hizo viral a muchos millones más, sino el comentario insensible del humorista que se aprovechó de la enfermedad de una mujer para hacer reír al auditorio con un chiste de mal gusto, pero celebrado por la inmensa mayoría. En este caso, nuevamente, pocos le dieron importancia a la mujer agredida por el machista de turno.

El comentario de marras, aparentemente inocuo, supuestamente gracioso, fue un acto pasivo-agresivo detestable como muchos más que abundan en las conversaciones de amigos, los memes sociales y los programas y escritos humorísticos contemporáneos. El elemento perverso de tales comentarios suele pasar prácticamente inadvertido y es un ejemplo de cómo se puede hacer daño con un chiste inapropiado. Tal situación se repite incesantemente en muchos escenarios. Y Colombia no es excepción.

Esas sesiones, de mal llamado humor, están plagadas de chistes agresivos dirigidos a personas en posiciones jerárquicas inferiores. El contenido está generalmente marcado por comentarios discriminatorios clasistas (“gente fea”, “gente bien”), elitistas (“nosotros”, “los otros”), racistas (“hola mi negro”) y homofóbicos (“maricón”). Con muchísima frecuencia hacen mofa de los minusválidos y de las personas indefensas con algún defecto (“cojos”, “mochos”, “tuertos”, “bobos”, “boquinches”, “bizcos”, “enanos” y un largo etcétera). Comentarios que se realizan con gran frescura y naturalidad y sin la menor conciencia del sufrimiento que producen.

Pero tanto o más abominable que los comentarios burlones, es el disfrute de una audiencia a quien no le importa que su diversión sea a costa del dolor de una persona.

Estos chistes, comentarios y actitudes se propagan sin control principalmente porque son considerados inofensivos y porque son aplaudidos y avalados por quienes los escuchan. Cuando la realidad es que son conductas antisociales porque irrespetan, dañan, degradan, humillan o menosprecian a otro ser humano.

Tales comentarios ponen de manifiesto la gran insensibilidad de quién los hace y por supuesto de todos aquellos que se divierten y los celebran abiertamente. Aquellos que no estando de acuerdo con el comentario, lo escuchan y se quedan callados son tanto o más responsables del acto agresivo, que el resto de la audiencia que aplaude con entusiasmo.

Hacer chistes sobre un minusválido o sobre alguien con un defecto o limitación física o psicológica, no tiene nada que ver con el humor, es una de las formas más perversas de la insensibilidad. O para decirlo más claramente, es maldad.

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