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SALUD MENTAL

Dietas y salud mental

No dejarse descrestar con todo lo que se publica es la más saludable de las medidas.

26 de marzo de 2020 Por: Carlos E. Climent

Hay una verdadera avalancha de información difundida a través de los medios de comunicación y las redes (supuestamente provenientes de investigaciones y publicaciones serias) que aseguran que ciertas dietas o alimentos pueden prevenir trastornos mentales, modificar los efectos de los tratamientos y solucionar de una manera rápida ciertos déficits mentales.

Unos pocos ejemplos sirven de ilustración: Que la dieta mediterránea y el ácido fólico mejoran la depresión. Que la vitamina B12 mejora la fatiga, la depresión y los trastornos bipolares. Que la niacina sirve para prevenir la demencia. Que las dietas ricas en polifenoles y ácidos grasos no saturados sirven para aliviar una variedad de síntomas del sistema nervioso central. Que el azúcar refinado agrava los trastornos de atención y la hiperactividad. Que los macrobióticos son una panacea que alivia múltiples dolencias, etcétera. Tales conclusiones tienen varios problemas: Las creencias sobre los efectos de ciertos alimentos en la salud mental no están apoyados por una evidencia científica sólida que demuestre de manera inequívoca el nexo entre la nutrición y la salud mental.

Los resultados se basan en muestras pequeñas, sin estudios de doble ciego, realizadas sobre poblaciones muy heterogéneas. Muchos estudios se han realizado en animales, pero hay poca evidencia definitiva en humanos.

Los alimentos no se pueden evaluar como se evalúa una droga, pues no existe el alimento placebo. que se pueda utilizar en un estudio al azar. La gran sensibilidad de los temas de salud mental está influenciada por
factores genéticos, culturales y ambientales que varían enormemente a lo largo de la vida.

La información proveniente de muchos de estos estudios no aclara ni las causas ni los mecanismos celulares que operan para producirse estos cambios.

Las respuestas individuales, a ciertos nutrientes, varían enormemente de una persona a otra.

Un importante meta análisis* reciente revisó unos 150 trabajos de investigación de la última década y llegó a la conclusión de que si bien es muy importante que se aclare cuál es el papel de la nutrición en la salud mental de las personas, es necesario que se realicen estudios más completos sobre la forma cómo ciertos nutrientes afectan la salud mental. Esto permitirá guiar el desarrollo de nuevas intervenciones nutricionales. Con esta información, basada en la evidencia, será posible promover y mantener una mejor salud cerebral a través de la vida.

Lo anterior no excluye el sentido común. Nadie discute el valor de las vitaminas de los alimentos, ni de las dietas saludables y equilibradas, especialmente cuando se trata de los cerebros en formación de los niños. Pues el decidir lo que deben o no comer los hijos, así no haya estudios doble ciego para sustentar la decisión, es una obligación fundamental de padres responsables. Este tema será ampliado próximamente. *Roger A.H.Adan et al, Nutritional psychiatry: Towards improving mental health by what you eat, European Neuropsychopharmacology, Volume 29, Issue 12, December 2019, Pages 1321-1332.

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