Instantáneas

Un día eres joven y al siguiente, en el léxico de los medios y protocolos de salud te conviertes en adulto mayor, abuelito, anciano, viejo, cucho, veterano, población vulnerable…

Ya veremos el martes la congestión en todas las entradas de las capitales causada por esos buenos ciudadanos que ignorando la orden de quedarse en casa salieron de puente para ir a infectar a los demás como plan vacacional. Esos mismos que cuando se vean afectados criticarán al sistema de salud por falta de recursos para atenderlos.

Los síntomas del virus no se evidencian durante los primeros días pero aterra los síntomas de estupidez, indolencia e ignorancia que desde el comienzo han mostrado muchos políticos, empresarios, empleadores y gobernantes frente a la situación.

La estupidez es más letal que el virus.

Cuídense, no esperen a que el golpe avise, podría ser demasiado tarde.

No dejes para mañana el contagio que puedas prevenir hoy.

Más vale avanzar con miedo que dejar de actuar por miedo.

El aislamiento social por cuarentena puede ser un infierno cuando no hay para la comida y el arriendo. Esa será la prueba de fuego de solidaridad humana para el gobierno y para la sociedad en general.

Aislamiento social es lo que ha soportado por siglos la mayor parte de nuestra población.

De esta pandemia aprendí que la ruleta rusa es china.

También aprendí que la vida es una enfermedad incurable.

Para pasar del miedo al pánico solo hace falta un estornudo en un ascensor.

En la labor de combatir el Covid–19, manos limpias son manos a la obra.

“Si hay un mundo cansado y enfermo que cruje y se derrumba, tiene que haber un mundo nuevo que se gesta y nos desafía.” – William Ospina.

Sigue en Twitter @_carlosduque