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¡Vuelen!

Comparto con ustedes este ejemplo muy propio, porque esta es la época en la cual comienzan los grados de colegio y en eso estamos con mi Sofía. Para muchos –como nosotras- la despedida va a ser física...

23 de mayo de 2019 Por: Carlina Toledo Patterson

Nicolás tenía unos 5 o 6 años y estaba estrenando sus habilidades de escritura cuando, con mucho sentimiento, me escribió el siguiente poema: “Mi mamá, mi mamá, ella odia mucho. Hago una letra mal y me hace repetirla. Me odia, me odia mucho. Yo la odio, la odio, la odio mucho más”.

Aún guardo esa ‘amorosa’ nota aunque han pasado cerca de 10 años y la guardo en un sitio especial, porque me gusta pensar que si Nicolás me odió en un momento de su vida de niño, es porque yo estaba haciendo las cosas bien. Es porque sintió que le puse límites.

Comparto con ustedes este ejemplo muy propio, porque esta es la época en la cual comienzan los grados de colegio y en eso estamos con mi Sofía. Para muchos –como nosotras- la despedida va a ser física (y desgarradora), y para todas las clases de 2019 es la despedida de 14 buenos años de colegio.

Los padres se los soltamos a la vida con los dientes apretados y dentro de la natural revoltura de sentimientos, necesitamos la tranquilidad de saber que lo hicimos bien y que durante 18 años logramos dejarles -ya sea a través del ejemplo o con algo de cantaleta- los valores que más atesoramos.

Claramente también esperamos que no pongan los codos sobre la mesa, que mastiquen con la boca cerrada, que anden con la ropa limpia, que saluden mirando a los ojos y ¡que se cepillen los dientes!

Volviendo a lo de los valores, recientemente hice un ejercicio interesante después de leer ‘Dare to Lead’ (Atrévete a liderar) de Brené Brown. Según ella, la manera como lideramos o como nos mostramos al mundo, tiene todo que ver con nuestro amor propio y la conciencia de los valores que nos identifican.

Según ella, debemos definir los dos valores que más atesoramos y que rigen cada decisión que tomamos. Como ejercicio ella entrega una lista de 100 valores y el criterio para escoger los dos propios es que sean aquellos sin los cuales no nos sentimos nosotros y que terminan cobijando a las 98 palabras restantes. No es fácil llegar a dos, pero una vez lo hice, supe que esos dos valores soy yo. Es un ejercicio que recomiendo a Sofía y a todas las clases de 2019 porque esa se convierte en su armadura para la vida una vez se quiten la toga y el birrete.

Y como es época de “ventilar aprendizajes y de comenzar a construir una vida que en retrospectiva miren con orgullo”, como dice Ariana Huffington en un artículo reciente, vi algunas de sus recomendaciones de discursos de grado y esos me llevaron a otros tantos cuyos mensajes les comparto.

Yo digo: definan sus dos valores. Barack Obama y Fareed Zakaria coinciden en que deben siempre valorar su logro de graduarse y aunque es de ustedes, también es de sus padres. Agradezcan que los tienen. Ellen de Generes, Maverick Carter y Steve Jobs recomiendan que sean auténticos, que desarrollen su esencia sin temor y sin vergüenza, no vivan un estereotipo de vida, vivan la suya y amen lo que hacen. George Saunders dice: “me arrepiento de los momentos en que no fui amable”, y eso me lleva a Bill Gates quien siempre insiste en sus discursos que los graduandos deben ser personas a quienes les importe lo que sucede a su alrededor y deben hacer lo que esté a su alcance para reducir las inequidades. Contribuyan.

Como dicen Enrique, Sofía y Nicolás, por estas épocas estoy casi tan cursi como la novela La Rosa de Guadalupe. No obstante, a las clases de 2019, ¡saquen esas alas y vuelen! Que Dios los acompañe.