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Unos cuernos muy mal llevados

En general es increíble lo mal que los hombres manejan la infidelidad...

6 de agosto de 2010 Por: Carlina Toledo Patterson

En general es increíble lo mal que los hombres manejan la infidelidad de la mujer, y los colombianos en eso no se quedan atrás. En diciembre, en Barranquilla, Samuel Viñas mató de un par de balazos a Clarena Rojas, la madre de sus dos hijos, porque, ya separada de él, estaba teniendo una relación con un hombre de origen italiano. Por otra parte, en el Tolima el ex coronel Joaquín Aldana es acusado de asesinar y desmembrar a Erika -su esposa- porque a través de un chat que encontró, dedujo que ella estaba teniendo una relación extramatrimonial. Por simple cuestión de respeto lo ideal sería que a nadie -ni femenino ni masculino- se le ocurriera poner cuernos. Pero existen, y paradójicamente a las mujeres les es casi un requisito llevarlos, inconmovibles y estoicas. En Irán Sakineh Mohammadi Ashtiani ya recibió noventa latigazos porque tuvo una relación amorosa con la persona que presuntamente asesinó a su marido en 2006. Actualmente está condenada por un juez a ser lapidada porque durante el juicio del acusado, se reabrió el caso de Sakineh y aún sin contar con los cuatro testigos presenciales del acto sexual a que obliga el derecho musulmán, dedujo que la relación se llevó a cabo en vida del muerto y que por lo tanto ella era una adúltera. Sakineh, quien lo niega, fue condenada a ser apedreada en público. Su abogado hizo visible el caso y esta semana Luis Inacio Lula da Silva apeló a su amistad con el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, manifestó su desacuerdo con la condena, y ofreció asilo a Sakineh en Brasil (como ya lo han hecho los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido). Ahmadineyad replicó que Lula simplemente no entendía nada. Entretanto, la lapidación no tiene una fecha fija y el tema del abuso a las mujeres y la extralimitación de la interpetación del Corán está candente, como lo demuestra la última carátula de la revista Time.En ninguna de las suras y ayas que manifiestan las revelaciones del Profeta Mahoma a lo largo del Corán, se habla de la necesidad de castigos por infidelidad. Es más, aunque en su Sermón del Adiós dijo que era prohibido el adulterio, acto seguido recordó que otro de los preceptos morales del dogma islámico era el respeto a las mujeres. En conversación con su primo Ali ibn Abu Talib, aconseja a los musulmanes “nunca mateis ni mutileis a mujeres... la clemencia y la misericordia son virtudes muy gratas a los ojos del Altísimo”.Algo similar sucede en la religión Católica. En tres de los diez mandamientos revelados a Moisés, Dios dice que “no cometerás actos impuros, no codiciarás los bienes ajenos y no matarás”. Todo lo cual lleva a deducir que el catolicismo además de tratar de evitar el adulterio, no promueve el castigo a manos del hombre. Por ello, sabemos que el castigo por los ‘actos impuros’ será un castigo Divino.La conclusión es que el exceso en la reacción en contra de la mujer es una cuestión de orgullo herido. Cuernos ha habido de tiempos inmemoriales y seguramente seguirán existiendo per secula seculorum. Hay quienes llevan sus cuernos con dignidad, otros simplemente no los toleran y hasta ajustan las leyes a sus ansias de venganza. Sakineh seguramente no será lapidada físicamente delante de una turba, pero ya fue lapidado su buen nombre; así como lo fue el de Clarena y Erika. Sus hijos son quienes cargarán con el lastre de haber tenido una madre presuntamente casquivana. Triste realidad, pero al fin y al cabo la realidad.