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Un sueño cumplido

Debo admitir que una de las frustraciones de esto de “ser grande”...

5 de diciembre de 2014 Por: Carlina Toledo Patterson

Debo admitir que una de las frustraciones de esto de “ser grande” y tener que ser responsable, es verse obligado a dejar de lado algunos sueños y aceptar que es posible que ellos nunca se cumplan. Las jornadas de trabajo que se extienden a veces hasta horas locas, las tareas de ser madre, estar pendiente de la pareja, manejar las riendas de un hogar, las cuentas por pagar, los perros, el gato y en general el corre-corre diario, son un freno natural al desarrollo de otra serie de actividades. En últimas, eso se acepta y la vida continúa sin problema alguno.Lo que no esperaba es que la tecnología y esta apertura absoluta de la información que son mi herramienta permanente de trabajo, fueran a darme también la clave para cumplir el sueño mayor, ese que había archivado con otros tantos sueños en el cajón del “cuando me jubile”. Tampoco me imaginé que me fuera a resultar un Maestro a estas alturas de la vida. Lo mejor de él es que tuvo la elegancia y el tacto de hacerme ver el vacío de conocimiento que yo tenía en un tema específico y lo visibilizó sin hacerme sentir como una bestia salvaje en la materia -como sí me pasaba en el colegio-, sino que lo hizo muy diplomáticamente, mandándome un link. Ahora, gracias a ese Maestro, no solo encontré que podía cumplir el sueño de seguir estudiando sin necesidad de estar en un aula física de universidad, sino que me tiene leyendo y haciendo quizzes en aviones, taxis, entre partidos de fútbol y noticieros, en la madrugada y también a horas locas de la noche, cuando todo lo demás del día ha culminado. Lo maravilloso, y que debo agradecerle de todo corazón, es que no solo estoy al tanto del tema que a los dos nos interesa, sino que ya voy en el segundo curso que en esta ocasión aporta significativamente a lo profesional. De manera que pasé en un par de semanas de estudiar en una prestigiosa universidad de Estados Unidos, a estar ahora asistiendo a un curso en la gélida Copenhagen Business School en Dinamarca. Sin embargo todo esto lo he hecho desde los cálidos 24 grados centígrados de un cómodo estudio en Cali, capital del Valle del Cauca y rodeada de mi familia. Ese link enviado por “el Maestro”, resultó llevándome a Coursera, un sistema del cual había oído, pero en el cual francamente no había creído porque sonaba demasiado bueno para ser cierto. Coursera es básicamente una plataforma de educación virtual gratuita en varios idiomas. Sus creadores, Andrew Ng y Daphne Koller, creen en la educación como un derecho que tenemos todos los seres humanos y buscaron a través de sus conocimientos en ciencias de la computación, masificar programas de 4 a 6 semanas, de prestigiosas universidades que creyeron en el proyecto. En la actualidad hay 10.467.356 de personas afiliadas y aumenta a una tasa de 1 por segundo.Coursera ofrece desde un curso en dinámica no lineal del Instituto Tecnológico de Georgia, hasta La música de Los Beatles de la Universidad de Rochester, y también Modelos de regresión de la prestigiosa Johns Hopkins. Con este tipo de cursos ya no es necesario aplazar el sueño de aprender más cada día. Para quienes ya tenemos chuleados varios de los pasos en la educación formal, pero un permanente y profundo amor por el conocimiento, combinado con poco tiempo para volver a una universidad, esta es una gran solución. Por lo pronto, si he fallado en algún compromiso, me disculparán, estoy estudiando; y si hay alguien a quién culpar es a ese elegante Maestro quien sutilmente me recordó que uno nunca se las sabe todas.