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¿Quién estigmatiza a quién?

Todo funcionario público tiene una responsabilidad que trasciende el ejercicio de sus...

12 de abril de 2013 Por: Carlina Toledo Patterson

Todo funcionario público tiene una responsabilidad que trasciende el ejercicio de sus funciones y es dar un buen ejemplo. La semana pasada el procurador, Alejandro Ordóñez, soltó un par de frases que dejan mucho que desear de su deber y si lo que me cuentan es cierto acerca de los ademanes que hacía al quebrar la mano en clara alusión despectiva a los homosexuales, este personaje más que funcionario público, es una vergüenza pública. Durante un foro académico en el Congreso en el cual se debatía el proyecto de ley que podrá reglamentar el matrimonio gay y reconocerla como una familia, hubo agresiones verbales y emociones exacerbadas de ambas partes. El Procurador al sentirse agredido por un activista, declaró sentirse víctima de un matoneo mediático desde la prensa y dijo que quienes informan y opinan “entre porro y porro y pase y pase, tienen el deporte de estigmatizar a quienes no aceptamos determinadas ideologías”. Muy infortunadas sus declaraciones, porque al igual que con sus otras posturas, profundiza una imagen de periodistas y columnistas que ya de por sí existe en algunos entornos, porque no son pocos quienes piensan que además de libertinos en nuestras actuaciones privadas, todos los periodistas somos mochileros, de ideologías de izquierda, que nos la pasamos fumando porro o metiendo pases y que mantenemos la cabeza en una nebulosa idealista. Y ahí es donde me pregunto, ¿quién estigmatiza a quién?Sabemos del gusto de Ordóñez por el poder y su afán por demostrarlo y también conocemos de sus posturas radicales frente al aborto, de su posición acerca de los homosexuales y del matrimonio entre ellos. A mi manera de ver, el hombre tiene además en acción un agenda política clara con miras a elecciones futuras, porque si no, ¿para qué tanto show? Evidentemente Ordóñez está en todo su derecho, sin embargo, la agresión verbal y los calificativos de la semana pasada en contra de toda una profesión, merece de quienes la ejercemos un enérgico rechazo y mucha solidaridad entre nosotros. Lo que a veces olvidan quienes tanto nos critican es que nos necesitan porque somos nosotros, periodistas y columnistas, quienes enlazamos el devenir de la cotidianidad con la sociedad. A través de ese ejercicio -como lo decía Ryszard Kapuscinski- “la relación con los seres humanos se convierten en un elemento imprescindible de la profesión” y nos damos cuenta que todos estamos interconectados. En ese sentido es inevitable que se profundice la sensibilidad y nos volvemos entonces un poco más conscientes de aquello que conocemos como los derechos fundamentales del hombre, de la equidad de género, la justicia social, la libertad de expresión, religión y sexo. ¿Izquierdistas? No, simplemente un poco más humanos.Tengo claro que un periodista no se hace. Nosotros nacemos así. Llevamos en la sangre un talento innato. Tenemos el afán por aprender, tener explicaciones, saber qué pasa en los lugares más recónditos del mundo y nos mueve de una manera inexplicable el deseo de contribuir a la construcción de una mejor sociedad a través de la información veraz, coherente y clara.Rechazo con vehemencia que se me categorice como fumadora de porro, metelona de pases o libertina por pensar como pienso y trabajar en lo que trabajo. Estigmatizar conlleva a la violencia y no hay nada que vaya más en contravía del bien común que eso. Lástima que el Procurador sepa un poco de justicia, pero nada de lo que es un pensamiento justo.