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Nos envejecemos juntos

Voy a decir algo que puede sonar ridículo, pero cuando veo a Abelardo, al Monstruo Come Galletas, a Beto y Enrique y a Óscar el Gruñón, el corazón se me arruga con miles de recuerdos.

15 de marzo de 2019 Por: Carlina Toledo Patterson

Voy a decir algo que puede sonar ridículo, pero cuando veo a Abelardo, al Monstruo Come Galletas, a Beto y Enrique y a Óscar el Gruñón, el corazón se me arruga con miles de recuerdos. Y es que Plaza Sésamo hace una parte importantísima de mi infancia, tan importante que no recuerdo jamás haber estado tanto tiempo delante de una pantalla de televisión desde ese entonces. Además, Plaza Sésamo, como yo, este año sumamos 5 décadas de vida, de manera que nos estamos envejeciendo, o mejor reinventando, juntos.

El programa comenzó a emitirse el 10 de noviembre de 1969 y para quienes estén interesados en ver ese primer capítulo, se encuentra en Youtube. Desde ese día #1 marcó lo que ha sido su propósito durante estos 50 años. Jeffrey Dunn, el CEO de Sesame Workshop, la organización sin ánimo de lucro que produce el programa, dice que “nuestra misión de ayudar a que niños de todas partes crezcan más inteligentes, más fuertes y más compasivos no tiene fronteras geográficas”.

En esa calle de barrio se reúnen personajes de carne y hueso con monstruos coloridos, peludos y plumados para promover la lectura, aritmética básica, colores, seguridad y cultura general a través de la acción y la diversión. En mi caso, muchos de esos personajes me han acompañado durante sucesos que han dejado marcas indelebles en mi vida. Recuerdo una mañana de domingo estar viendo Plaza Sésamo mientras mis padres dormían. Al lado mío había un acuario y mi pececito dorado resolvió que ese era el día en que quería suicidarse y saltó al frente mío. En el consecuente melodrama a raíz de su muerte prematura me acompañaron Abelardo y toda la tropa cantando Sunny Days (Días Soleados), una de las canciones emblemáticas del programa.

Nunca sabremos si el hecho que yo leyera y escribiera en dos idiomas muy temprano fue gracias al hecho de tener padres universitarios y dedicados, o al amor por los libros que aprendí con mis amigos de ese barrio. Lo que sí es claro es que dejaron huella y la siguen dejando en millones de niños alrededor del mundo.

Era -y sigue siendo- una de las calles más diversas que existían en esa época en la que ya el movimiento por los derechos civiles y la lucha contra la pobreza estaba consolidado. Allí, entre cantos, bailes y conversaciones de humanos y monstruos, aprendíamos de respeto, de oportunidades y de alegría sin importar la raza, la religión, la cultura, discapacidades o sexo. Aprendíamos también de aseo personal con Enrique, desde su tina llamada Rosie, en la cual siempre lo acompañaba su patito amarillo de hule.

Plaza Sésamo es el programa infantil de más duración en la historia y se emite en 70 idiomas y 150 países. Existe un parque temático en Pennsylvania, el cual además es el primero del mundo certificado como centro para autismo. Próximamente lanzarán una nueva versión para familias sirias desplazadas como parte de una intervención regional para la primera infancia y esta temporada de celebración se centrará en el poder de las posibilidades con el fin de empoderar a los niños para que tomen riesgos seguros y aprendan de sus errores. El especial de aniversario será emitido en noviembre y como siempre, estará cargado de celebridades.

En preparación para esta columna he pasado los últimos días viendo capítulos viejos y recientes. Eso me ha llevado a soñar con volver a lo básico, a hablar de los valores y principios de siempre y ojalá a que los más pequeños en vez de estar jugando en sus pantallas, estén viendo un programa que de verdad les dejará algo en el disco duro. ¡Feliz cumpleaños a Plaza Sésamo!

Sigue en Twitter @CarlinaToledoP