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La vida es redonda

Es claro que nos carcome la violencia intrafamiliar, nos está desgajando como sociedad la indolencia y que ni el Estado, ni quienes nos representan, ni las misma instituciones policiales y judiciales están de verdad tomando cartas en el asunto.

29 de septiembre de 2017 Por: Carlina Toledo Patterson

Esto pareciera ser un tema de nunca acabar y habla muy mal de cada uno de nosotros los colombianos, porque, ¿cómo es posible que a sabiendas que en la casa vecina están maltratando y violando niños, no denunciemos de inmediato el hecho ante las autoridades? Seguramente hay quienes piensan que lo que sucede en cada casa es problema de cada casa, pues señoras y señores que piensan así, por culpa suya es que este país se desgrana y se desangra. Por su falta de cojones, por su falta de solidaridad y por andar pensando sólo en su bienestar. Por eso, ayer murió otra niña en una situación absolutamente dantesca.

De ella se supo el pasado 27 de septiembre cuando, según el Alcalde de Girardota (Antioquia) Bladimir Jaramillo, los vecinos de sus padres en la vereda La Palma denunciaron que estaba hospitalizada. Al pasar las horas, los vecinos fueron soltando la lengua y declararon que el papá de la niña era un vicioso y que ella ya venía siendo maltratada. Nuevamente, si sabían eso desde varias semanas atrás cuando la familia llegó a vivir en la zona, ¿por qué no denunciaron? ¿Qué tipo de seres humanos son quienes se pueden resguardar en su casa mientras en la casa de al lado un adulto está haciéndole vejámenes a un ser humano absolutamente indefenso de cuatro años?

Como si la indolencia de las personas que conocían esta familia no fuese suficiente, resulta que ahora las autoridades dicen que el padre de la niña, un monstruo de 31 años que se dedicaba a los oficios varios, “tiene antecedentes por violencia intrafamiliar y consumo de sustancias psicoactivas”. De manera que también el sistema penal y judicial de Colombia tenía a esa persona reseñada y como para rematar la tragedia, es un reincidente. EL Icbf supongo ya habrá hecho los exámenes respectivos a su hermanita, quien está bajo la protección de esa entidad.

Este país lleva años llorando muertes como la de Camilo (2 años), de Luis Santiago (11 meses), de Yuliana (7 años). Y son miles de niños más, quienes ni siquiera llegan a ‘gastar’ tinta en prensa o a merecer unos tantos segundos en radio o televisión porque la verdad es que las lágrimas que derrama este país por ellos son de mentiras. Nada pasa porque nada hacemos. Literalmente, nada hacemos.

De esta muerte de la que sabemos hoy, hay mucho más de fondo, porque además la misma mamá ocultó información. Así que tenemos una niña muerta. La hermana desescolarizada, en manos del Icbf y no sabemos si también maltratada o violada. Un papá drogadicto, abusador y reincidente y una mamá cómplice y cobarde, quien probablemente lo es porque también es víctima.

¿Qué vamos a hacer ante este panorama que no solo es el de esa ‘familia’ sino el de miles y miles de familias más? Es claro que nos carcome la violencia intrafamiliar, nos está desgajando como sociedad la indolencia y que ni el Estado, ni quienes nos representan, ni las misma instituciones policiales y judiciales están de verdad tomando cartas en el asunto.

Yo no sé si Karen Abudinen tenga el carácter para ello, pero para mí es claro que desde el Icbf y ella como directora, es quien tiene que -desde lo público- convocar a una masiva movilización (no pacticos de unos días) de todos los actores que puedan hacer una diferencia y que por primera vez en la vida, tomen de verdad acciones para voltear esta aberración. De no asumir esa responsabilidad, la vida misma nos cobrará la indolencia, porque la vida es redonda.

Sigue en Twitter @CarlinaToledoP