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Hora de pellizcarnos

Hace un par de meses asistí a una jornada de trabajo en...

7 de enero de 2011 Por: Carlina Toledo Patterson

Hace un par de meses asistí a una jornada de trabajo en la cual beneficiarios de programas de inversión social de unas importantes fundaciones presentaban sus resultados. Más allá de los logros loables de sus proyectos, impactaba el bajo nivel de escolaridad de estas personas, quienes a punta de panelas, hortalizas y artesanías buscan generar ingresos y mejorar la calidad de vida de sus comunidades. Comenté el tema con la persona que tenía a mi lado, porque me preocupa cómo -con esas limitaciones- esperamos que ellos salgan al mundo competido y globalizado a vender productos que además poco tienen de innovadores. Aunque gracias a las capacitaciones recibidas han iniciado un círculo virtuoso de cambio, esos campesinos son una muestra representativa de cómo los colombianos estamos en una colosal desventaja frente a lo avanzado en países como China, Corea e India entre otros, cuyo énfasis en educación, innovación, tecnología y proyección al futuro es una realidad medible. A los dos días tenía en mis manos ‘Basta de Historias’ de Andrés Oppenheimer, un regalo que enviaba mi compañero de asiento, con quien coincidimos al pensar que la responsabilidad de impulsar la educación en Colombia no es sólo del Gobierno, sino que es una tarea que debemos acometer medios de comunicación, empresarios, científicos, artistas, deportistas, padres de familia y profesionales de todos los sectores sociales. Es un libro obligado para quienes quieren aportar a los planes de educación en América Latina, una región donde seguimos mirándonos el ombligo, “conmemorando, discutiendo y revisando el pasado”, lo cual nos distrae de “la tarea cada vez más urgente de prepararnos para competir mejor en la economía del conocimiento del Siglo XXI”.Después de revisar los casos de China, Corea, Finlandia, Singapur, India e Israel donde una decisión de Estado por mejorar la educación conllevó a avances en ciencia, tecnología e innovación y a la consecuente reducción de la pobreza, Oppenheimer concluye que no es misión imposible, y que es imperativo dejar de pensar que como estamos, estamos bien. En palabras de Bill Gates de Microsoft, “la manera de despegar es sintiendo que estás quedándote atrás” y si revisamos los casos de los países arriba mencionados, es más que evidente que es hora de pellizcarnos y otorgarle a la educación su verdadera dimensión.En Colombia se ha apretado el paso en los últimos diez años y el esfuerzo es reconocido. El Programa de Educación del Gobierno actual es acertado en teoría, pero todavía muy etéreo en cuanto a cómo lograrlo. Lo que es innegable es que existe la decisión política por lograr un reposicionamiento como país a partir de la educación. No obstante, considero que como sociedad todavía nos falta concretar una cultura familiar orientada hacia la educación. Dice Oppenheimer que “los asiáticos llevan la cultura de la educación en la sangre”, y estoy convencida que somos capaces de cambiar en ese sentido nuestro ADN. Es cuestión de decidir trascender. Debemos implementar que el símbolo de status no sea quien más tenga, sino quien más sepa, y promover al interior de los hogares la cultura de la excelencia académica estimulando la curiosidad intelectual, exigiendo resultados y acompañando a nuestros hijos en todo el proceso con una visión clara hacia el futuro. El pasado es un importante referente, pero claramente no nos va a dar de comer.