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Evolucionar o desaparecer

Hace un par de días, a la salida de una cita médica...

28 de octubre de 2016 Por: Carlina Toledo Patterson

Hace un par de días, a la salida de una cita médica y ante la disyuntiva de montarme en un taxi amarillo que estaba frente a mis narices, o pedir un Uber a través de la aplicación en mi teléfono, me decidí por lo segundo. Para hacer el cuento corto, lo hice simplemente porque en un Uber siento respeto por mí como usuaria que está pagando un servicio y también me siento segura.Los conductores de Uber se visten bien, no con manga sisa y shorts; sus carros (y ellos) son limpios y huelen bien, no apestan a un patchouli barato que se le queda a uno pegado en la ropa por el resto del día; andan a la velocidad que uno les pida, no como hormigas atómicas en una carrera constante; respetan las normas de tránsito, así que a diferencia de ‘los amarillos’, no ponen mi vida y la de mi familia en riesgo; tienen aire acondicionado, y lo ponen para que yo esté cómoda, sin preocuparse si eso les va a “consumir más gasolina”. En resumen, no hay una sola razón por la cual hoy en día yo esté motivada a usar el presunto ‘servicio’ de un taxi amarillo y eso es de pronto lo que ese gremio no ha querido comprender: tienen que evolucionar si quieren sobrevivir.El lío jurídico que se ha desatado en contra del servicio de Uber también lo pone a uno a pensar si el mismo Gobierno -desde el Ministerio de Transporte- está tan ranchado en el pasado como ‘los amarillos’ y resistiéndose a aceptar que el mundo cambió. Claramente los dueños de esa plataforma tecnológica deben ajustarse a las normas que rigen a las compañías en Colombia, pero las normas también tienen que ajustarse a lo que es la realidad de los seres humanos hoy en día.Al abrir el ojo en las mañanas, entramos en segundos en el mundo de las plataformas digitales. En mi caso, la primera consultada es aquella que resume las noticias de la industria para la cual trabajo; si el tiempo lo permite, sigo con los periódicos en su versión digital, además de un rato del libro del momento en mi Kindle; si por alguna razón mi carro está inhabilitado, Uber es la opción de transporte, pero si voy en mi carro, mi playlist en Spotify remplaza las muy aburridas noticias sobre el plebiscito y el proceso de paz; pago cuentas a través de la plataforma de mi banco; Rappi es la opción para pedir el almuerzo en el restaurante de comida sana que no tiene domicilio; en las noches o los fines de semana tomo clases por Coursera, veo corridas de toros por Teletoro y películas por Netflix; y si estoy de viaje, desde el lugar del mundo en el que me encuentre, cierro el día con una conversada por Skype con mi esposo y mis hijos. De manera que negar que somos digitales sería una perogrullada.En el caso particular de Uber, yo tengo fe que tarde o temprano el tema jurídico se resuelve porque es un sin sentido. Las agresiones que sufren del gremio de los amarillos tienen que cesar y a eso deben contribuir con vehemencia las autoridades policiales, y es ahí donde viene ahora mi gran preocupación, porque siento que en todo este vacío, los únicos que se están beneficiando son los bolsillos de algunos miembros de la Policía de Tránsito. Por un lado, uno escucha que reciben ‘incentivos’ del gremio de los amarillos para montarle la perseguidora a los Uber, y por otro lado, uno escucha que paran a los Uber y les piden dinero para dejarlos ir sin sanciones.En últimas, pareciera que el vacío jurídico lo que está alimentando ese esa infame corrupción que nos corroe. Evolucionar es definitivamente la única opción.Sigue en Twitter @CarlinaToledoP