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Enfermos graves

Me late que si no fuera por la contundencia del Informe del...

14 de febrero de 2014 Por: Carlina Toledo Patterson

Me late que si no fuera por la contundencia del Informe del Defensor del Pueblo sobre la situación de violencia en el Valle del Cauca y Cali, la Administración Municipal no estaba dispuesta a admitir que estamos en una crisis de la mayor gravedad. De hecho hace una semana hubo un rifirrafe entre el Alcalde Rodrigo Guerrero y el personero Andrés Santamaría por unas cifras de muertes violentas en Potrerogrande. Santamaría dijo que en un mes habían ocurrido 70 homicidios en esa comuna, pero la cifra se refería a toda la ciudad. Personalmente me sorprendió la airada reacción del Alcalde porque mas que números, el hecho de fondo era una situación que se confirmó posteriormente en el Informe del Defensor Jorge Otálora y a la cual se sumaron otras 11 comunas. Unos días antes del anterior suceso, el Secretario de Gobierno Carlos José Holguín, destacaba la disminución de los homicidios en Cali en los primeros dos meses del año. La verdad es que considero que bajar a 142 asesinatos en ese periodo no es motivo de orgullo, pero cada cual tiene el derecho de destacar lo que quiere. Lo que sí me parece es que quienes nos gobiernan viven en una ciudad bien distinta a la mía. La enfermedad es de una gravedad extrema. Claramente no son 250.000 habitantes de las 12 comunas reseñadas por la Defensoría quienes están en situación de vulnerabilidad sino que somos los 2,2 millones de habitantes quienes estamos expuestos a ser víctimas. De manera que el miedo que tenemos muchos, tiene todo el fundamento del mundo.El Informe describe a Cali como el punto de confluencia histórico de muchos males: “Guerrillas, paramilitares, carteles del narcotráfico, oficinas de cobro, pandillas y grupos post-desmovilización como Los Rastrojos y Los Urabeños” y el quid del asunto está en el reclutamiento de niños y niñas por parte de los anteriores grupos. El Defensor dice expresamente que “ante la escasa posibilidad de mejorar sus condiciones de vida, ellos ven en los grupos armados ilegales, en los grupos delictivos o en las pandillas, una opción para obtener recursos de forma rápida”. Son estos niños y niñas quienes están finalmente en las esquinas atracando, en las motos matando, metiéndose a las casas a robar, llevando y trayendo droga y armas, y en general, sembrando este caos que padecemos. Difícil, porque, ¿qué alternativa distinta les estamos ofreciendo?Siento que a la desbordada violencia no se le está dando una solución estructural y pienso que tampoco se están ejecutando programas clave que fueron planteados en el Plan de Desarrollo.Lo que la enfermedad requiere es un epidemiólogo de la violencia y el Alcalde lo es, pero lo siento muy solo. La llegada de Hoover Penilla con su ‘berraquera’ a la Policía Metropolitana le debió dar un respiro, pero sucede que fuera de la espiral de la violencia el Alcalde tiene también otras prioridades como por ejemplo organizar la casa, terminar las megaobras y garantizar recursos para poder operar a futuro.Mi pregunta es entonces, ¿para contribuir y liderar la ejecución de temas de seguridad no es que se tienen Secretarios de Gobierno? Evidentemente para poner en acción las seis recomendaciones del Defensor del Pueblo para Cali, el Alcalde va a necesitar más que la ayuda del Comandante de la Policía. Requerimos acción, ejecución, trasnochos, recorridos, pantalones y un golpe de realidad. En ese orden de ideas pienso que el relevo del secretario de Gobierno Holguín es un imperativo. Ya es hora Señor Alcalde.