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Confianza perdida

Recuerdo que en algún momento de mi vida fui ‘brownie’ y usé con orgullo la camisa azul y falda café característica de las Girl Scouts pequeñas en Estados Unidos.

19 de noviembre de 2020 Por: Carlina Toledo Patterson

Recuerdo que en algún momento de mi vida fui ‘brownie’ y usé con orgullo la camisa azul y falda café característica de las Girl Scouts pequeñas en Estados Unidos. Debía tener unos 7 años y tengo algunas imágenes vívidas de ventas de limonada, bolsas con galletas y algo de actividades al aire libre. La experiencia como ‘brownie’ fue corta pero agradable y memorable.

La estructura de los Scouts alrededor del mundo es casi la misma, al principio fueron grupos de solo niñas o solo niños que participaban en actividades orientadas a formarlos como personas de bien. Ayudar al prójimo, cuidar cuerpo y mente y ser moralmente rectos son pilares de la misión scout y una característica de estas organizaciones juveniles ha sido las experiencias al aire libre y el contacto de la naturaleza.
Claramente es un entorno constructivo al cual uno como padre o madre le gustaría exponer a sus hijos. ¿Por qué no?

Pues, aunque para muchos niños y niñas a lo largo del siglo y tanto de existencia de los scouts, la experiencia ha sido formativa y agradablemente memorable, hay excepciones y tristemente muchas.

La organización Boy Scouts de Estados Unidos anunció la semana pasada que se va a declarar en quiebra ante el diluvio de reclamos por abuso sexual al cual se enfrentan en la actualidad. Al escudriñar un poco en las denuncias, ha sido claro que durante décadas las directivas de la organización mencionada ocultaron los hechos y protegieron a scoutmasters pedófilos que aprovechaban las salidas a la naturaleza para hacer horrores a algunos niños que estaban bajo su responsabilidad.

La crisis era algo que se veía venir desde hace algunos años en Estados Unidos. “Nos enfurece que algunos individuos se aprovecharon de nuestros programas para abusar de niños inocentes y presentamos nuestras más sinceras disculpas a quien haya sufrido agresiones en su tiempo como scout”, dijo el martes pasado Jim Turley, director nacional de la organización. No obstante el acto de contrición, el daño está hecho y la confianza perdida. Difícil que las personas suelten a sus hijos frente a semejante riesgo.

La confianza perdida en la organización scout me lleva a pensar en la Iglesia Católica, otra institución que también vivió su propio cisma hace unos días con la publicación por parte del Vaticano de un detallado informe sobre los abusos sexuales del cardenal Theodore McCarrick.

Honestamente me sorprendió el nivel de detalle del informe porque es en ocasiones de una crudeza brutal en su descripción de lo que hacía esa persona a sus víctimas, siempre jóvenes y sus subalternos o conocidos cercanos.

Fueron, al igual que el caso de los scouts, décadas de encubrimiento de victimarios y negación de hechos por parte de altísimos jerarcas de la Iglesia Católica y lo evidente es que McCarrick con una premeditación sinuosa usaba su posición de poder y la confianza que muchos tenían en él, para manipular a sus víctimas.

Es loable que el Papa Francisco haya autorizado la publicación de ese escabroso documento. El Vaticano lleva unos años debatiendo cómo afrontar la realidad de curas y jerarcas pedófilos y esto es una manera de admitir que la Iglesia falló y nos falló. Pienso que la confianza en la institución se perdió y eso es irrecuperable.

Estos temas me ponen a pensar mucho, y considero que esos abusos sexuales no se pueden atribuir ni al celibato, ni a una preferencia por personas del mismo sexo. Ni lo uno ni lo otro llevan a un ser humano de bien a abusar sexualmente de otro que es vulnerable o está en estado de indefensión, quienes hacen eso son simples monstruos.

Sigue en Twitter @CarlinaToledoP