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Acabemos con la juerga

Así como en Colombia hay identificadas unas zonas rojas por la presencia...

21 de enero de 2011 Por: Carlina Toledo Patterson

Así como en Colombia hay identificadas unas zonas rojas por la presencia innegable de uno, varios o todos los actores de la violencia, está el Valle del Cauca, una región donde la evidente falta de liderazgo nos ha convertido en un hazmerreír a nivel nacional. Un Gobernador destituido por un mal menor, pero de quien todos sabemos de dónde proviene, de la mano de quién y para dónde iba; la decadencia de la CVC; unas elecciones atípicas para Gobernador aplazadas por una absurda razón que ya es cuestionada por sus visos políticos; 18 candidatos a la Alcaldía de los cuales ninguno se destaca por la mezcla necesaria de preparación, conocimiento de ciudad, honradez y sentido de responsabilidad social; una mesa directiva del Concejo que se posesiona a sabiendas de que podrá ser destituida en cuestión de días por haber procedido de manera irregular en la elección de un contralor. Es bien difícil salir a defender lo indefendible cuando la evidencia es tan contundente. El deseo de que las circunstancias fueran distintas es inmenso, pero la culpa es de todos quienes pudiendo convocar, gestionar y ejecutar, se han cruzado de brazos transmitiendo el mensaje de que es más importante el beneficio personal o de un grupúsculo, que el de toda una comunidad.Las elecciones de octubre son una oportunidad para demostrar que en Cali y el Valle no somos sujetos inertes. La rueda no hay que inventarla, podríamos simplemente hacer un poco de benchmarking con la experiencia que se llevó a cabo en Cartagena entre 2005 y 2007 por parte del Movimiento Cívico 1815, gestor del histórico voto en blanco en contra de las aspiraciones a la Alcaldía de Nicolás Curi e impulsor de la iniciativa ciudadana ‘Por una sola Cartagena’.1815 surgió de una tertulia como las que en el Valle tanto hacemos para tratar de buscar soluciones a los problemas más apremiantes. El apoyo desde columnas y espacios de opinión fue un factor que marcó la diferencia, porque le dio credibilidad y visibilidad al movimiento. Era una unión de personas de distintas vertientes políticas, ideologías, religiones, estratos sociales, de la Academia, la empresa privada y periodistas, todos aliados queriendo transformar la ciudad mediante un proceso cívico. La estrategia definida -y avalada por una firma asesora- constaba de unos puntos inamovibles: no hacer las cosas en el último momento; el movimiento debía ser ciudadano y no político; no impondrían un candidato; establecerían condiciones y requisitos excepcionales de conducta, trayectoria gerencial en lo público y privado, independencia, liderazgo, experiencia, y el ejercicio de la Alcaldía debía ser concebido como un acto de Responsabilidad Social Empresarial. En resumen, se recibieron 70 hojas de vida. Después de pasar el concurso de méritos quedaron 16 candidatos y posteriormente concursaron por el aval de la ciudadanía tres de ellos, además de 19 candidatos al Concejo. La vencedora fue Judith Pinedo, la ‘María Mulata’, con 161.163 votos.Esa es la manera responsable de hacer política, sobre todo en situaciones de crisis como la nuestra. Los líderes de 1815 están prestos para asesorarnos, e ipso facto. No podemos permitir que siga la juerga, esquivando nuestra responsabilidad como si el problema fuera de otros. Debemos reaccionar y escoger candidatos con sensatez, valentía y sentido de comunidad, de lo contrario -como afirmó G.K. Chesterton- lo malo de este mundo seremos todos y cada uno de nosotros.