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¡A las escuelas, ya!

La voz de la niñez no está siendo escuchada o es silenciada y el juego es más invisible

11 de marzo de 2021 Por: Carlina Toledo Patterson

La esperanza que trae consigo la posibilidad de estar pronto todos vacunados contra el Covid-19, nos ha llevado a centrarnos en la luz al final del túnel y eso está bien porque sin duda de algo necesitamos aferrarnos en este momento para sentir un poco de alivio. No obstante, esa luz es y seguirá siendo un tanto difusa para muchas personas a quienes la pandemia ha tocado de una manera profunda: quiebras, falta de trabajo, problemas de salud mental, violencia intrafamiliar y a esto se suma la crítica situación que viven alrededor del mundo millones de niños.

Ayer la organización NiñezYa, en conjunto con el diario El Tiempo, presentó los resultados del último estudio realizado en Colombia que tiene por título ‘La pandemia tiene en crisis los derechos de la niñez’. Lo evidente es que la pandemia ha acentuado aún más las inequidades ya existentes en este país y demostró que si no se acepta esta crisis ya, los niños, niñas y adolescentes en situaciones más vulnerables quedarán gravemente excluidos de las oportunidades sociales para salir de su ciclo de exclusión y pobreza.

El Gobierno no quedó muy bien parado porque no solo se hizo un repetido y urgente llamado a recomenzar los estudios guardando desde luego todos los protocolos de bioseguridad, sino que se afirmó que aunque se ha destinado un monto de 400 mil millones de pesos para esa nueva infraestructura que requiere el manejo de la pandemia, únicamente se ha ejecutado el 16%, lo cual sin duda, es una muestra clara que la niñez menos favorecida de Colombia está lejos de poder acceder al lugar seguro que ofrecen las instituciones educativas.

Las áreas críticas sobre las cuales el estudio pone el reflector son: el incremento en el maltrato infantil, aumento en el reclutamiento por parte de grupos armados al margen de la ley; más muertes maternas; más familias con dificultades para alimentarse apropiadamente; retroceso en el combate a la desnutrición crónica; el estado emocional de familias en delicada situación; ampliación de inequidades en educación, alto riesgo de deserción escolar; la voz de la niñez no está siendo escuchada o es silenciada y el juego es más invisible.

El encierro prolongado ha sido sin duda negativo para muchos de los anteriores temas. Sabemos que según la ONU las mujeres viven en paralelo una segunda pandemia de violencia contra ellas y como era de esperarse, los niños también son víctimas de ello. Recordemos que los principales agresores de la niñez se encuentran dentro de sus casas y al estar tiempos largos expuestos a adultos que seguramente están viviendo sus propias angustias por falta de ingresos y por ende de alimentos y un futuro bastante incierto, las relaciones que pudiesen haber sido cordiales, se tornan tensas y violentas.

En paralelo, las estrictas restricciones y el desbordamiento de los centros atendiendo covid, han llevado a que tanto madres gestantes, como niños y niñas en primera infancia no hayan asistido a sus chequeos. Al no estar yendo a chequeos regulares, el control de salud y nutrición de la niñez se sale de control y el efecto se está viendo. En el corto plazo es de lo más perjudicial que pudiera estar pasando para el adecuado desarrollo físico, emocional y social de esta población.

La gran conclusión es que llevamos demasiado tiempo con la niñez de Colombia encerrada y alejada de los servicios que pudieran estar monitoreando y controlando muchos de los aspectos que alerta el estudio. Todas las organizaciones que trabajan en este tema deben poner toda la presión posible al Gobierno para que la reapertura de escuelas e instituciones educativas se dé de inmediato porque ya retrocedimos mucho y salir de ese atraso va a tomar muchos años si no se toman cartas en el asunto y se asume como la crisis que es.

Sigue en Twitter @CarlinaToledoP