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Valorar la valorización

Hacer obras públicas por valorización es sin duda pertinente pero lo que no siempre es acertado es cómo se define qué se valoriza y a quienes se beneficia.

9 de enero de 2019 Por: Benjamin Barney Caldas

Hacer obras públicas por valorización es sin duda pertinente pero lo que no siempre es acertado es cómo se define qué se valoriza y a quienes se beneficia. Y por supuesto habría que incluir otro equipamiento urbano, como parques, escuelas o puestos de policía.

En pocas palabras, lo sensato es que todas las obras públicas a realizar en la ciudad deberían, al menos en parte, ser realizadas por valorización. El asunto es, pues, a quiénes se cobra el impuesto y cuánto se les cobra, y sobre todo no cobrarlo antes para no hacer nada después; es decir, toda una estafa, como sucedió en Cali con las ridículamente llamadas ‘Megaobras’, varias sin comenzar y ninguna concluida.

Hacer andenes beneficia a los peatones, que son todos los habitantes de la ciudad, incluyendo alcaldes y concejales, considerando que muchos caminan por las calles para acceder al transporte público o simplemente para llegar a donde van, y que los que no caminan por la ciudad se animarían a hacer lo que justamente van a gozar en otras ciudades de turismo o vacaciones. Y si están arborizados benefician a todas las construcciones vecinas; y en San Antonio, en donde sí no deben tener árboles considerando su contexto arquitectónico, ampliar sus andenes solucionaría varios de los problemas del barrio originados por el estacionamiento en sus estrechas calles, y en el Centro mismo, con tantos peatones, mucho más.

Por lo contrario hacer solo vías beneficia casi siempre a los que las usan y desvaloriza las propiedades adyacentes por el ruido y la contaminación que generan; y mucho más si se hacen sin andenes, como ha pasado en Cali, una ciudad sin andenes pero con culatas. Y los pasos elevados además invaden la privacidad de las viviendas adyacentes, tapan las visuales y hasta acaban con el comercio de los primeros pisos; por eso es que hace años en muchas partes se eliminan los Metros elevados pasando por las áreas urbanas, como el que pretenden hacer en Bogotá y ya se hizo en Medellín, pues en este país se insiste en ir a la saga en todo lo urbano arquitectónico.

Y ampliar las calles demoliendo sí que desvaloriza toda la ciudad al alterar su imagen colectiva y llenarla de culatas y lotes abandonados. Aunque desde luego hay excepciones, por ejemplo lo sería un acertado corredor vial a lo largo de la actual vía férrea, que atraviesa y divide de norte a sur a Cali, que beneficiaría a toda la ciudad, a la que uniría en los dos sentidos, y por supuesto a las propiedades adyacentes, pero también a su área metropolitana de hecho, sobre todo si va acompañado de la alameda más larga, ancha y colorida del mundo, y además, precisamente, sin tener que demoler ni adquirir casi nada a todo lo largo de sus dos costados, lo que poco interesa a los contratistas corruptos.

Lo pertinente es valorar la valorización, no estar a favor o en contra, sino analizar a quiénes y cómo los favorece, o desfavorece. Además calcular qué tanto cobrar no simplemente por la distancia de la obra a realizar; por ejemplo los que están más apartados de un nuevo puente deberían pagar menos, justamente por eso, y por lo contrario habría que compensar a los que están justo a su lado afectándolos negativamente. En conclusión, es equivocado confundir la necesidad de una obra, como podría ser el caso de la ampliación y regularización de la Avenida Cañasgordas, con la manera arbitraria y corrupta de distribuir el cobro del impuesto de valorización, allí y en el resto de la ciudad.

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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