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Reciclar

Volver a utilizar todas las cosas es uno de los propósitos más...

16 de junio de 2016 Por: Benjamin Barney Caldas

Volver a utilizar todas las cosas es uno de los propósitos más importantes para el futuro del Planeta y por tanto de sus habitantes. Reciclar las basuras y los desperdicios, y por supuesto no botar comida, es criminal, sino, por ejemplo, juntar todas las sobras de todas las carnes para hacer para el fin de semana una deliciosa terrine de campagne. O lo que ya hace años se hace con la ropa: lavarla y volverla a usar combinada de otras maneras. Pero es urgente también reciclar el agua y que se entienda la importancia de reciclar las construcciones, y con ellas las ciudades, en lugar de demolerlas y construir otras nuevas; es decir, reciclar lo ya construido y no apenas el suelo urbano.Es someter repetidamente una materia a un ciclo, para ampliar o incrementar sus efectos, lo que en arquitectura se refiere a los materiales, componentes o elementos ya reciclados o reciclables que se van a utilizar, como a refuncionalizar los espacios mismos de casas, edificios y conjuntos urbanos ya construidos, sin generar escombros y economizando mucha agua y energía y en últimas dinero. Y variando apenas la imagen colectiva que los ciudadanos tienen de sus calles, barrios y ciudades, para lo cual es aconsejable que varíen poco las primera y sólo más ciertos sectores de las últimas, si es que no están creciendo y por tanto incorporando nuevas imágenes.Es el buen ejemplo de muchos centros históricos en los que antiguas y grandes residencias se convirtieron en apartamentos y finalmente en hosterías, o esos claustros que han servido después para elegantes hoteles. O esas bodegas o panópticos o estaciones de ferrocarril convertidas en museos, o mercados que se han redesarrollado, o salas de cine que se dividen, o plazas de toros que se transforman en escenarios para otros espectáculos. Pues los únicos edificios que no toleran otros usos son los templos, todos los templos, cuyos muy bellos volúmenes y extraordinarios espacios son por algo los preferidos de los ateos cultos, y que por eso hay que conservarlos pues casi no se construyen más. Los ejemplos conocidos de acertadas remodelaciones de edificios de interés cultural abundan, como el Museo Nacional en Bogotá, muchas casas y varios claustros en Cartagena, el Museo de Arte Moderno de Medellín, o el Centro Cultural del Oriente en Bucaramanga, pero las buenas remodelaciones de casas convertidas en pequeños edificios escasean y poco se conocen. Es por eso urgente que se entienda que el patrimonio construido no es apenas el monumental, sino todo lo construido por su posibilidad de ser reciclado, ya no para el fin de semana como la terrine de champagne, sino para las generaciones más jóvenes a las que se les está dejando un planeta en peligro. Pero además de que el reciclaje de casas y edificios contribuye, y mucho, a la sostenibilidad de las ciudades, y es muy importante por constituir su imagen colectiva, es básico para su deseable contextualidad. Para situarlos en un determinado entorno, pues son construcciones ya existente que se refieren a todo aquello que las rodea, ya sea física o simbólicamente, en la calle, el barrio o el sector, dando así continuidad al acontecimiento urbano o, si es del caso, corregirlo. Y es urgente porque en las ciudades se concentra cada vez más la población del planeta y sus posibilidades futuras en tanto habitación para los más de 7.331 millones que ya hoy hay en él.

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