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¿Paradojas?

El problema es que no queda mucho tiempo, antes de que el cambio climático obligue a improvisarlos a la carrera, para realizar urgentes cambios en la movilidad en la ciudad

24 de marzo de 2021 Por: Benjamin Barney Caldas

Pese a la evidente importancia del amplio tema del papel de las ciudades respecto a la sobrepoblación, el consumismo y el cambio climático, poco se habla de ellas en tanto que artefactos. Pero el hecho es que son ineludibles para más de la mitad de los habitantes del planeta, o tres cuartas partes en países como Colombia, además de impulsadoras del consumismo y las mayores generadoras de gases de efecto invernadero que llevan al cambio climático. Fenómeno ya evidente en el aumento de la frecuencia y fuerza de sus diferentes eventos, ya sean nevadas como las de días pasados en Texas, huracanes, como el de Providencia, o fuertes lluvias con granizo como las actuales en Cali.

A primera vista parecería paradójico el que poco se hable de las ciudades y menos aún de su arquitectura, o que en general solo se comenten asuntos puntuales. Como ahora en Cali con los nuevos proyectos para la Avenida Sexta o para el mal llamado Boulevard de San Antonio, ante los cuales sólo hay opiniones en contra o a favor, sin analizar los pros, como enterrar las líneas eléctricas aéreas, por ejemplo, o sus errores garrafales, como no actualizar las normas de usos del suelo, alturas y paramentos de las dos fachadas urbanas que conforman dichos espacios urbanos públicos, pese a hablar de “cambiarles la cara” cuando sólo se intervendría su plano horizontal con gestos “de moda”.

Por supuesto lo anterior se explica por la carencia de cultura urbana de la mayoría de los habitantes de una ciudad muy nueva, como Cali, sin darles tiempo a adquirirla, pues a pesar de haber sido fundada a inicios del Siglo XVI, sólo comienza a ser ciudad cuatro siglos después, rápidamente y a base de inmigrantes del campo y pequeños pueblos. Por eso aquí se habla de arquitectura para muchas cosas, confundiéndola con orden o diseño (por ejemplo de la arquitectura de una novela, o de un robot) pero poco de la arquitectura de los edificios de la ciudad o se cambia por el estilo (por ejemplo el estilo gótico de la Ermita cuando en rigor es una arquitectura neogótica, mejor, moderno historicista).

De ahí la pertinencia de la cátedra de ciudad que se ha considerado realizar por parte de la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali, abierta a personas interesadas en saber más de la ciudad en donde habitan, o que se interesarían, lo que les permitiría llegar a ser verdaderos urbanitas y mejores ciudadanos. Cátedra que debería ser permanente y con la colaboración de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la que se podría centrar en cómo sería una mejor arquitectura para la ciudad, buscando que sea auto sostenible en términos de energía, agua y reciclaje de basuras; respetuosa del contexto en donde se encuentra; y emocionante sin caer en frívolos espectáculos además ya pasados de moda.

Pero el problema es que no queda mucho tiempo, antes de que el cambio climático obligue a improvisarlos a la carrera, para realizar urgentes cambios en la movilidad en la ciudad (andenes y ciclovías); y en la iluminación y enfriamiento de sus edificios (aprovechar mucho más la luz del día, y la ventilación cruzada), y en la reutilización de los desperdicios (producir composta para los huertos caseros). Por eso no hay otra opción a la vista diferente a que los ciudadanos elijan la próxima vez un alcalde y varios concejales que demuestren un conocimiento serio de la ciudad y sus habitantes ante la situación que se avecina, y no procedan a dar corruptos palos de ciego con ‘proyectos’ improvisados.
Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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